Falleció el cineasta Eliseo Subiela

Murió a los 71 años en San Isidro, provincia de Buenos Aires, en plena actividad artística y con el proyecto de una nueva película en marcha titulada Corte final. Hijo de padre español y madre argentina, en su juventud fue miembro de la Juventud Peronista y de Montoneros.

Tres meses atrás Subiela sufrió un infarto, resultado de una larga enfermedad coronaria. “Fue una de las mejores cosas que me pasó en la vida”, dijo luego del incidente en una entrevista, “es un trabajo insalubre, el cine. Yo entendí la señal y cambié todo”, afirmó. En esa charla también reveló que había “perdido el miedo a la muerte”.

Su primera producción éxito fue Hombre mirando al sudeste, en 1986. Cuando Hollywood premiaba con el Oscar a La historia oficial de Luis Puenzo, un guión que recuperaba la memoria trágica de la dictadura terminada en 1983, Subiela irrumpía en el mundo del espectáculo con un film cargado de poesía y escenas de ciencia ficción. Con su personaje Rantés (Hugo Soto), la película marcó a toda una generación de argentinos en momentos en que la cultura se encontraba en plena efervescencia post militar.

Subiela filmó años después Últimas imágenes del naufragio (1990), un relato de tintes surrealistas donde el director recrea la atmósfera social argentina luego de la crisis económica de 1989, triste final del gobierno democrático de Raúl Alfonsín.

La consagración internacional de Subiela llegó finalmente con El lado oscuro del corazón (1992), una vuelta de tuerca a aquellos aires poéticos insinuados en sus éxitos anterior, pero ahora sin reminiscencias políticas. La búsqueda vital de Oliverio (Darío Grandinetti), alter ego del poeta Oliverio Girondo, de una mujer que “pudiera volar” después de hacer el amor convirtió a Subiela en un director de reconocimiento mundial. La cama que tras apretar un botón “tragaba” a las amantes que no estuviesen a la altura fue pronto parte del acervo cultural argentino. La película ganó el Premio FIPRESCI en el Festival de Cine de Toronto y fue nominado al Goya en la categoría de mejor película extranjera de habla hispana.

Luego llegaron No te mueras sin decirme adónde vas (1995), Despabílate amor (1996), No mires para abajo (2008) y Rehén de ilusiones (2009) y el falso documental Paisajes devorados (2012).

 

 

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