River-Boca: de jugarse, será fuera de la Argentina

La final de la Copa Libertadores entre River y Boca sigue sin desenlace a la vista. La Conmebol decidió castigar al Millonario con la pérdida de la localía luego de que cerca de su estadio se produjera el ataque al autobús de Boca el sábado pasado.

Así lo anticipó la Confederación Suramericana de Fútbol independientemente de lo que defina el Tribunal de Disciplina sobre la disputa o no del partido de vuelta luego del pedido de sanción realizado por el Xeneize.

La Conmebol, cuya actuación hasta la fecha ha sido deslumbrantemente torpe, quiso zanjar la crisis con una reunión en su sede de Asunción (Paraguay) con los presidentes de ambos clubes.

Luego del encuentro celebrado este martes, el presidente de la máxima autoridad futbolística suramericana, Alejandro Domínguez, anunció que la vuelta de la final se disputaría el fin de semana del 8 y 9 de diciembre en algún estadio fuera de Argentina.

Boca se muestra decidido a cobrar venganza por lo ocurrido en 2015, cuando fue descalificado de la Copa Libertadores en octavos de final porque los jugadores de River sufrieron un ataque con gases lacrimógenos cuando saltaban al césped para disputar el segundo tiempo del segundo cruce de la serie, en un partido que iba 0 a 0.

El presidente de Boca, Daniel Angelici, afirmó que no aceptará jugar ningún partido y que River debe ser castigado con la descalificación, aunque el ataque contra el autobús ocurriera fuera del estadio y fuera del perímetro de seguridad, donde la responsabilidad recaía en la policía.

De momento, tiene que decidir el Comité de Disciplina de la Conmebol. Si la decisión no le satisface, Angelici dice que apelará y recurrirá incluso al TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) que Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del Comité Internacional Olímpico, instituyó en Suiza en 1984.

 

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