La UE excluirá la importación de productos asociados a la deforestación

La Comisión Europea estudia proponer leyes que minimicen su porcentaje de culpa en la tala masiva existente a nivel global y a pocos meses de que se produzca el acceso de Ursula von der Leyen al poder en su cúpula, los vicepresidentes de la organización, Frans Timmermans y Jyrki Katainen, presentaron un paquete de medidas para frenar la tala de bosques en todo el planeta y promover su recuperación.

El proyecto mezcla nuevas medidas con objetivos: uno buscará tener un efecto más claro sobre el consumidor europeo con la intención de endurecer los estándares y certificaciones para que al mercado de ese continente lleguen solo productos que no contribuyan a la deforestación.

La Unión Europea importa productos como aceite de palma, carne, soja, cacao, maíz, madera y caucho, todos ellos incompatibles, en muchos casos, con el objetivo de mantener intacta la superficie boscosa. La comunidad europea, de hecho, representa un 10% del consumo final de productos asociados a la deforestación.

Según los cálculos de la UE, entre 1990 y 2016 se han destruido en el planeta 1,3 millones de kilómetros cuadrados de bosque, lo que supone que cada hora desaparecen el equivalente a 800 campos de fútbol.

El documento contempla la creación de un observatorio europeo sobre deforestación global que agrupe datos a disposición de las administraciones, empresas y consumidores; también de un foro donde estén presentes para discutir sobre la cuestión; incentivos para que los pequeños agricultores no dañen los ecosistemas -la expansión de los cultivos provoca el 80% de la deforestación, el resto corresponde al crecimiento de ciudades e infraestructuras-, fomentar el consumo de productos libres de deforestación o apoyo financiero a los países productores para que protejan sus bosques.

El gran instrumento de presión con que cuenta la UE para influir en sus socios son los tratados comerciales. La región se ha embarcado en el último tiempo en una carrera en la que ha firmado numerosos acuerdos de libre circulación de servicios y mercancías, entre otros países, con Canadá, Japón o los miembros de Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay).

Este último pacto, aprobado pero que todavía no ha entrado en vigor, es especialmente delicado, dado que Brasil concentra las mayores inquietudes sobre la salud de los bosques del planeta.

Greenpeace se apresuró a calificar el tratado como “un desastre para el planeta” que afectará al Amazonas y afectará a los pueblos indígenas. La UE defiende lo contrario. Estima que incluye salvaguardas muy robustas contra la tentación de sus líderes de acelerar la tala. Y en el articulado del texto se menciona el objetivo de sacar a los bosques de las cadenas de suministro y la moratoria al cultivo de la soja en Brasil para limitar la expansión de las plantaciones en terrenos forestales.

 

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