Los humanos tenemos un cerebro adicto a la grasa

Científicos desvelaron que las células del sistema inmune del cerebro se inflaman con el consumo de una dieta alta en grasas. Esa inflamación está relacionada con el aumento del apetito y, por tanto, con el sobrepeso y la obesidad.

Las grasas son una de las fuentes más ricas en calorías. Durante decenas de miles de años, cuando las encontrábamos, las neuronas aumentaban nuestro apetito para que nos diésemos un festín y atesorásemos nutrientes para los días de escasez. Incluso, la dependencia de la grasa nos ayudó a desarrollar un intelecto cada vez mayor y a sobrevivir en un entorno en el que escaseaba el alimento.

Aunque nuestro modo de vida ha cambiado mucho desde entonces, no así lo ha hecho nuestro cerebro, que nos sigue pidiendo más combustible en un nuevo entorno donde la comida saturada de grasas, sal y azúcar está siempre al alcance de la mano. He aquí una de las razones de la creciente epidemia de obesidad.

Es muy difícil luchar contra la evolución

Hasta ahora se sabía que la ingesta de alimento está controlada por neuronas en el hipotálamo, un área muy interna y fundamental del encéfalo, mediada por hormonas como la leptina. Pero eso es solo parte del proceso. Tal y como desvela el nuevo estudio de la Universidad de California en San Francisco, publicado en Cell Metabolism y difundido por el diario El País de España, las células del sistema inmune del cerebro, la microglía, se inflaman con el consumo de una dieta alta en grasas.

Los investigadores han usado ratones a los que se les eliminan o se les desactivan genéticamente las células de la microglía. A pesar de seguir consumiendo la dieta atiborrada de grasas los animales modificados comen un 15% menos y pierden hasta un 40% de peso. Por el contrario, si a un ratón normal se le provoca una inflamación de estas células en el hipotálamo empiezan a comer un 33% más y ganan hasta cuatro veces su peso. Todo esto apunta a que la comida alta en grasas provoca una inflamación de la microglía que a su vez desencadena la glotonería que el cerebro lleva programada de serie en sus neuronas.

Las células cerebrales implicadas en este proceso forman parte de la glía, un conjunto de células del encéfalo a las que hasta hace poco solo se las consideraba una especie de andamio para sujetar a las neuronas. Estudios más recientes han demostrado que estas células pueden tener otras funciones más importantes en el funcionamiento del encéfalo. Al igual que los ratones del estudio, las personas obesas tienen las células de la glía inflamadas en el hipotálamo, mientras que las personas que están en su peso, no. Y esta inflamación también sucede en humanos con daño cerebral, enfermedades neurodegenerativas y cáncer.

 

Lo más visto