La importancia fundamental de que los niños sean autónomos

Según explica un último estudio elaborado por la Universidad de Minnesota y publicado en Developmental Psychology, el comportamiento sobreprotector de algunos padres puede ser muy dañino para su hijo.

La actitud que coloquialmente se conoce como paternidad helicóptero, es decir, aquellos padres que siempre están con un ojo encima de sus hijos, “puede tener un efecto muy negativo que afecte al desarrollo del niño para manejar de forma correcta sus emociones y comportamientos” señalan los autores.

La investigación, dada a conocer por el diario El País de España, demuestra que los pequeños que “tienen padres helicóptero son menos capaces de lidiar con los desafíos que demanda el propio crecimiento como pueden ser: comportarse bien en clase, hacer amigos o tener un buen rendimiento escolar”.

Para los autores, un padre helicóptero es aquel que está controlando continuamente a su hijo, le dice cómo y a qué debe jugar, cómo recoger, cómo actuar, entre otros mandatos. “Ante este comportamiento, y según nuestros resultados, los niños reaccionan de distinta manera. Algunos se vuelven desafiantes hacia sus progenitores, otros simplemente apáticos o se muestran muy frustrados”, explican.

Para llegar a estos resultados, los investigadores analizaron a 422 niños y niñas de distinta raza y de distintos estratos económicos durante ocho años y los estudiaron en tres ocasiones: con dos, con cinco y con 10 años. Los datos surgieron de la evaluación de las interacciones entre padres e hijos, informes de sus profesores y de su propia experiencia a los 10 años. El ensayo consistía en que progenitores y niños jugaran de la misma manera que lo hacían en casa. Según sus resultados, el control excesivo de la crianza de los hijos cuando el niño tenía dos años se asoció con una peor regulación emocional y de comportamiento a los cinco, según hallaron los investigadores. Por el contrario, cuanto mayor es la regulación emocional de un niño a los cinco años, es menos probable que tenga problemas emocionales y mayor probabilidad de que tenga mejores habilidades sociales y sea más productivo en la escuela a los 10. De la misma manera, a los 10, los niños con un mejor control de los impulsos tenían menos probabilidades de experimentar problemas emocionales y sociales y tenían más probabilidades de mejorar en la escuela.

 

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