Para el Conicet no es conveniente cultivar en las banquinas de los caminos

Un grupo de investigadores del Conicet, el Inta, la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires y la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones, realizaron diversos trabajos de investigación sobre la importancia de valorizar las banquinas de los caminos.

Según expresaron desde el Conicet, en la actualidad, los sistemas agropecuarios en la Argentina enfrentan distintos desafíos que no se limitan solo a aumentar la cantidad de alimentos producidos.

Estos objetivos residen principalmente en asegurar el acceso a los alimentos y evitar su desperdicio a lo largo de la cadena de consumo,  producir alimentos sanos, tanto por su valor nutricional como por su inocuidad, y aplicar prácticas y manejos productivos que aseguren la sustentabilidad ecológica, económica y social, todo esto en línea con los Objetivos para el Desarrollo Sostenible al 2030 de la Organización de Naciones Unidas.

Paradojas complejas

Desde el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas afirman que los sistemas agropecuarios argentinos pueden ser cuestionados en cada una de las prioridades antes mencionadas.

“Vivimos en un país que, produciendo exceso de alimentos, mantiene preocupantes cifras de inseguridad alimentaria y la salubridad de los alimentos es cuestionable en un sistema que hace un uso intensivo de agroquímicos, cuya inocuidad es puesta en duda” argumentaron en primera instancia desde el organismo científico.

En esa línea, los especialistas agregaron: “La disminución de la biodiversidad, las altas tasas de erosión hídrica y eólica, el avance de la frontera agrícola sobre sistemas frágiles (por ejemplo, el monte chaqueño en el norte de nuestro país), la expansión del monocultivo de soja y la aplicación de modelos de producción no adaptados a las condiciones sociales locales, entre otros factores, hacen dudar seriamente de la sustentabilidad de la producción en cualquier dimensión que se la evalúe” sentenciaron.

La mayor producción no asegura futuro

Atentos a que en los últimos años se ha vuelto una práctica habitual en la región pampeana el cultivo de las banquinas de rutas y caminos rurales removiendo la vegetación espontánea original, desde el Conicet expusieron las consideraciones negativas de ese tipo de cultivo.

“Desde algunos medios de comunicación se pregonan las ventajas de tal práctica, lamentando el desperdicio de gran cantidad de superficie que podría ser aprovechada con fines productivos. Según los medios estas áreas podrían ser aprovechadas por los municipios, o ser asignadas mediante permisos a productores, así como también a organizaciones de la sociedad civil. Desde nuestra visión, no es conveniente” afirmaron desde el Conicet.

 

 

“La producción de alimentos requiere que ocurran una serie de procesos ecológicos donde la biodiversidad es protagonista. En el caso de las banquinas y los bordes de alambrados y de vías férreas, esta biodiversidad está representada por numerosas especies de plantas, insectos, aves y mamíferos que han sido negativamente afectados por la expansión agrícola y que encuentran refugio en estos espacios no cultivados” consideraron desde la entidad.

“En particular, muchas especies de flora silvestre y, principalmente, nativa que encontramos en estos ambientes son el alimento y el hábitat de numerosos insectos beneficiosos para la producción agrícola como los polinizadores nativos y los controladores biológicos de plagas de cultivos. Tal es el caso de la abeja doméstica que ve favorecida su dieta al aprovechar la diversidad de polen y de néctar de calidad que ofrecen muchas especies silvestres que habitan las banquinas, resultando también en un beneficio para el productor apícola”, detallaron los especialistas.

Banquinas y bordes de vías constituyen ambientes de vital importancia para mantener varias de las funciones del sistema y, en particular, la producción de alimentos. La biodiversidad de estos ambientes no cultivados tiene el potencial de permitir a los productores reducir insumos externos (como los insecticidas), favoreciendo la sustentabilidad ecológica, económica y social.

Asimismo, en varios lugares de la región pampeana estos ambientes constituyen verdaderos relictos del pastizal pampeano con un altísimo valor ecológico y cultural. Las especies nativas que lo componen forman parte del acervo genético de la región y un patrimonio común para todos. Es por eso que muchos investigadores de organismos públicos en Argentina trabajan para poner en valor estos ambientes y diseñar manejos que potencien sus beneficios para los productores agropecuarios y la sociedad en general, así como para la propia biodiversidad.

Finalmente, desde el Conicet fueron tajantes: “Las voces que promueven el cultivo de banquinas desconocen estas cuestiones apelando a razonamientos erróneos o faltos de información. Muchas veces se señala con admiración cómo los países europeos cultivan hasta el borde mismo de las rutas pavimentadas, aprovechando cada pequeña superficie disponible. Sin embargo, no es posible comparar el contexto geográfico de Europa con el de la región pampeana argentina en cuanto a las limitaciones y necesidades de tierras para cultivar, que es mucho mayor en aquél continente”.

Cifras

Los argumentos en favor de sembrar las banquinas sobre rutas nacionales o provinciales se basan en que esto supondría una ganancia de aproximadamente una hectárea por kilómetro lineal de ruta.

Llevado a la provincia de Buenos Aires como ejemplo, se estaría hablando de unos 36.000 kilómetros, es decir, se sumarían 36.000 hectáreas a las 17 millones ya sembradas con cultivos anuales (un 0,2 por ciento).

Sin embargo, el valor real es sensiblemente inferior dado que muchos lugares no son aptos para la agricultura por el tipo de suelo, la presencia de agua o la cercanía a poblaciones.

“Las políticas públicas deben estar orientadas a minimizar posibles conflictos de interés y maximizar el beneficio para el conjunto de la sociedad. Es por eso que se deben ponderar los beneficios y perjuicios de cultivar banquinas”, concluyeron desde el Conicet.

 

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