La presentó en forma reciente el director general de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Finocchiaro. “Hoy tenemos una escuela del siglo XIX con docentes del siglo XX y alumnos del siglo XXI, donde hay un docente activo que emite conocimiento y un alumno pasivo que lo recibe. Tenemos que llevar todo al siglo XXI” destacó el funcionario de Vidal en uno de sus principales fundamentos.
En 2006, el gobierno de Scioli había tomado la decisión de vetar el uso de teléfonos móviles durante las horas de clase por considerar que generaba “desconcentración en el proceso de enseñanza-aprendizaje”.
La nueva normativa deja al criterio de cada escuela el uso de la tecnología, algo que ya ocurría de todos modos en la mayoría de los establecimiento con una gran cantidad de maestros, que llevan ya muchos años negociando su uso con los alumnos.
La medida choca de entrada con un problema técnico: solo una de cada cuatro escuelas bonaerenses tiene conexión a internet. La decisión, además, divide a la comunidad educativa. Los partidarios alegan que enriquecerá el proceso de aprendizaje, mientras que los detractores advierten que falta capacitación docente y que se corre el riesgo de ampliar las desigualdades entre estudiantes.