La ciudad italiana, con sus 50.000 habitantes, recibe anualmente a 30 millones de personas. El último fin de semana habilitó nuevos controles de acceso pensados para regular los flujos de visitantes que acceden en temporada alta a las zonas más delicadas del municipio, cuya laguna lleva tiempo amenazada por la afluencia descontrolada de turistas.
El alcalde la ciudad, Luigi Brugnaro, decidió colocar cuatro controles de acceso: dos en la plaza de Roma, antes del puente de Calatrava, y otros dos ante el puente de los Descalzos. Básicamente las dos principales entradas a pie al corazón de la ciudad. Cuando la afluencia sea inasumible, se cerrarán.
Según relata el diario El País de España en un artículo al respecto, la población sigue cayendo a un ritmo de 1.000 residentes al año, una velocidad alarmante para mantener el equilibrio social, y la crítica a la medida emprendida por el ayuntamiento señala también que Venecia recibió 10 millones de euros para que regulase los flujos de manera ingeniosa, no cortando los accesos cuando ya es demasiado tarde.