Los cuatro mejores equipo de la copa mundial de fútbol en Rusia son europeos. En cuartos de final, eran seis de ocho. Brasil y Uruguay fueron los únicos en llegar a esa instancia del lado de América. Argentina, Colombia y México, no pasaron de los 16 mejores del torneo.
Entre los motivos del ocaso del fútbol sudamericano, en su competencia con las mejores ligas del mundo, hay varios motivos, pero se destacan tres: la corrupción, la exportación temprana de talento y una formación inadecuada que castigan a una escuela que supo ser la mejor.
La competencia cuatrienal creció a lo largo de las décadas entre la superioridad técnica del lado sudamericano y la supremacía europea desde el físico y la táctico. Sin embargo, en esta edición, eso se desvaneció con el deterioro estrucutural del fútbol del hemisferio sur, reflejado en los cuatro semifinalistas con los que Europa ha convertido este mundial en un auténtico grupo de la Eurocopa.
En junio último, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) organizó en Moscú una mesa redonda para debatir sobre el futuro y el desarrollo de un deporte que dejó de dominar el mundo para dar paso a una incontestable supremacía europea.
La Conmebol, liderada por el paraguayo Alejandro Domínguez, le dio voz a futbolistas y entrenadores. Mauro Silva, Forlán, Maturana, Reymado Rueda, Lugano, Zanetti y Sorín, entre otros. El pase de pelota a los protagonistas reales del juego generó un análisis inquietante que se centró en la formación del fútbol base y la corrupción.
La Conmebol fue el epicentro del FIFAgate y sus dirigentes procesados el ejemplo de cómo los millones de dólares que generó el negocio con los miles de traspasos de jugadores o con los derechos de televisión no fueron bien reinvertidos o se apropiaron de ellos. Los dirigentes escucharon la cruda realidad que asola al fútbol en Sudamérica.