La de este jueves ha sido la cuarta jornada de depreciación consecutiva del peso argentino, en un escenario cada vez más complicado envuelto en una desconfianza creciente entre los inversores sobre el rumbo de la economía.
Desde enero de este 2018, el peso perdió el 52% de su valor con respecto a la moneda norteamericana. Para comprar un dólar, al inicio de la jornada hacían falta 33,9 pesos. Menos de cinco horas después, ya eran necesarios casi 42 pesos. Al final de la jornada, el Banco Central logró bajar la cotización a 39,97 pesos en el promedio entre bancos.
En las últimas 48 horas, primero con la palabra del presidente Mauricio Macri y su pedido al FMI, y este jueves con la del jefe de Ministros, Marcos Peña, el gobierno intentó aparentar calma, en medio de los rumores de cambios en el equipo económico.
«Claramente no es la solución en la que está pensando el presidente. No hay una solución mágica. Estamos encaminados a lograr el equilibrio fiscal, que es el eje central para reducir nuestras vulnerabilidades. Hay problemas, pero hay que ver la película y no la foto», expresó Peña al respecto.
En paralelo el Banco Central sumó 15 puntos a la tasa de referencia, el tipo de interés oficial al que se presta el dinero a los bancos: una subida, en principio, hace que los inversores tengan más interés en invertir en instrumentos vinculados al peso argentino (la rentabilidad que recibirán es más alta) y por el contrario, encarece los intereses de quien toma dinero prestado o invierte en dólares.
Al subir la tasa de referencia al 60% Argentina volvió a batir su propio récord. El segundo país del ránking, Surinam, lo sigue a gran distancia, con una tasa del 25%, mientras que en Turquía, el otro país emergente en crisis, roza el 18%. Frente a las otras grandes economías latinoamericanas las diferencias son aún más grandes: Brasil, 6,50%; México, 7,75%; y Colombia, 4,25%. En Venezuela la tasa es del 20,81%.
El objetivo es que la divisa deje de depreciarse y, a su vez, evitar que se desboque la inflación: una tasa de interés más alta también tiende a enfriar la actividad económica y los precios.