La expresidenta Cristina Fernández se negó a declarar ante el juez Claudio Bonadio y le presentó un nuevo escrito en el que otra vez se describió como una perseguida política en el marco de los llamados «cuadernos de la corrupción», una investigación que puede convertirse en la mayor causa de corrupción de la historia de Argentina.
«Reitero mi negativa de manera categórica y terminante, de haber formado parte de algún tipo de asociación ilícita, así como también de haber cometido delito alguno», se defendió la exmandataria en el texto.
Fernández de Kirchner acusó a Bonadio de no haber conseguido «ni siquiera una mínima prueba» que acredite que estuvo al frente de la red de sobornos y sembró sospechas sobre la investigación del magistrado por omitir la participación del grupo empresario de los Macri, uno de los más importantes del país.
El primo del presidente, Angelo Calcaterra, fue uno de los primeros empresarios en confesar el pago de coimas y declarar como arrepentido en la causa, después de que la empresa que dirigió durante el kirchnerismo, el grupo Iecsa, saliese citada en los cuadernos.
El escándalo estalló hace un mes, cuando el diario La Nación publicó ocho cuadernos de un exchofer del poder que revelaban con todo lujo de detalles una supuesta red de sobornos en la que están involucrados empresarios, exfuncionarios y jueces. La causa creció cuando una docena de detenidos admitió pagos en negro ante el juez a cambio de beneficios judiciales.
La causa cuenta ya con 17 arrepentidos y 28 personas imputadas, entre ellas CFK, quien cargó con dureza contra las delaciones, a las cuales considera orquestadas en su contra: «Aparentemente merecen un premio mayor quienes de cualquier manera puedan atribuirme algo que se parezca a un delito. En definitiva ni siquiera en tiempos de la inquisición se atrevieron a tanto», señaló la actual senadora.
Los testimonios que más preocupan al kirchnerismo son los de quienes formaron parte de su gobierno, como el exsecretario de Obra Pública, José López, quien también aceptó declarar como arrepentido.