El exfutbolista argentino José Luis Brown falleció este lunes por la noche en La Plata, víctima a sus 62 años de una enfermedad neurodegenerativa que lo afectaba desde hacía varios meses.

Nacido en Ranchos, pueblo de 8.000 habitantes de la pampa húmeda bonaerense, Brown fue una de las grandes figuras del agónico triunfo 3-2 de Argentina en México en 1986, lo que significó el último mundial de fútbol ganado por su país.

Brown era un jugador de poca técnica, aunque muy astuto para orientarse tácticamente y dirigir a sus compañeros. En aquel 29 de junio de 1986 durante la final, consiguió más que varios fenómenos juntos: se convirtió en uno de los 65 jugadores que marcaron al menos un gol en una final del mundo.

Esa lista se torna aún más exclusiva si se eliminan a los futbolistas que perdieron el partido definitorio: sólo 42 futbolistas hicieron un gol y levantaron la Copa del Mundo, entre ellos Brown.

 

 

Entre muchos de los asombrosos datos que rodearon a su carrera, está ese cabezazo con el que había derrotado al arquero alemán Harald Schumacher en el primer tiempo de esa histórica final, antes de sufrir una lesión: ese gol fue el único que convirtió en los 36 partidos que jugó para la albiceleste entre 1983 y 1990.

Brown llegó a ese torneo mundial tan maltrecho físicamente que no tenía equipo para jugar los domingos: luego de una discreta experiencia en Boca, el cuerpo técnico de Deportivo Español le había comunicado a principios de año que no contaría con él. Bilardo, sin embargo, lo mantuvo en la selección porque lo había dirigido en Estudiantes de La Plata y lo creía un buen suplente para Daniel Passarella.

Con más de 400 partidos en clubes —siempre identificado con Estudiantes, club en el que sigue siendo el defensor más goleador de su historia, aunque también con pasos en el exterior por Atlético Nacional en Colombia, Brest en Francia y Murcia en España—, Brown consiguió parecer un portento físico aun cuando luchó contra una plaga de lesiones.