Reglas y sugerencias para ahorrar dinero hay muchas, existen incluso ya aplicaciones. Pero aunque algunas soluciones puedan servir, todas requieren constancia y disciplina.
Entre los métodos para un manejo productivo de las finanzas personales, hay visiones distintas. Por eso, según el tipo de persona, hay estrategias de ahorro que funcionan y otros que no.
Ahorro oriental
La palabra japonesa kakebo (se pronuncia “kakiboh”) define lo que es un libro de cuentas del hogar y su origen se remonta a 1904, cuando Hani Motoko, considerada la primera mujer periodista de Japón, ideó una manera para que las esposas manejaran la economía familiar eficazmente.
En una libreta hay que visualizar un panorama en el que se debe dividir el dinero mensual o quincenal (como mejor se acomode) en cuatro categorías básicas: ingresos (salario, rentas, aguinaldo), gastos de supervivencia (vivienda, alimentos, comida, medicinas), ocio (restaurantes, cine, conciertos, ropa) y extras (viajes, reparaciones, regalos, gastos inesperados).
Más allá de que se puede agregar más rubros si es necesario; el siguiente paso es asignar un color a cada uno de ellos: la filosofía es llevar las cuentas por escrito y no en la cabeza, de un modo tan visualmente atractivo que sea muy fácil identificar los derroches que, en un principio, parecían ser gastos inocentes.
El método kakebo asegura que practicar dicha evaluación con regularidad hace más conscientes a las personas, lo que les permitiría alcanzar la meta de ahorrar hasta un 35 % de sus ingresos.
En paralelo hay que realizar una evaluación contestando cuatro preguntas clave: ¿cuánto dinero se consigue ahorrar? ¿cuánto dinero se hubiese gustado ahorrar? ¿cuánto dinero se está gastando en realidad? ¿qué se cambiaría el mes que viene para mejorar?
50/30/20
Otra filosofía de ahorro conocida pero que no es adecuada para todos, es la que consiste en destinar el 50% de los ingresos para cubrir necesidades básicas, 30% para gastos personales y 20% aplicado al ahorro.
Este método requiere, por ejemplo, de ingresos estables a fin de realizar la división de recursos propuesta.
Aquel que recibe su salario cada quincena o mes, no tiene pretexto para no intentarlo y pasar a la siguiente etapa clave en el proceso: redefinir sus conceptos acerca de “básico” y “prescindible”.
Aunque a algunas personas ese 50% les parecerá dinero insuficiente para resolver su día a día, esto suele suceder cuando no se tiene muy clara la realidad: desde la compra de café todas las mañanas hasta comer a diario en restaurantes, hay muchas cosas que no son de primera necesidad en una lista increíblemente amplia que pasa desapercibida.
Respecto al 30% para gastos personales, eso puede traducirse en consumos prescindibles también, es decir: aquellas actividades que más nos gustan y que incrementan nuestra calidad de vida, como ir al cine, tomar vacaciones o asistir a una fiesta.
Para el último porcentaje, el más pequeño, los especialistas dan un consejo a fin de asimilar ese ingreso que no queda para las disponibilidades: descontarlo desde un principio.
Esto es, por ejemplo, si uno recibe $5,000, debe eliminar de su mente $1,000 (20%), guardarlos y enfocarse en que hay $4,000 para enfrentar los consumos hasta la próxima quincena. Una vez superada esa barrera psicológica, se lleva más de la mitad del camino avanzado.