Las grandes compañías aéreas han posado su mirada en América Latina —según las cifras del sector, el tercer mercado que más crecerá en las dos próximas décadas, por detrás de Asia y Oriente Medio— para tratar de asegurarse un crecimiento a largo plazo.
Aunque el apetito por nuevos clientes contrasta con una economía que lleva meses dando señales de alarma en varios países del subcontinente, el mercado aéreo en la región registra cinco décadas multiplicando por dos su tamaño, de media, cada 12 años, y el crecimiento anual en el número de usuarios del avión ha más que duplicado la tasa de PBI en ese período.
A corto plazo las perspectivas de la industria son peores que en otras regiones, pero las principales firmas mundiales del sector no quieren perder su negocio en un mercado que se antoja clave en las próximas décadas: con una infraestructura ferroviaria muy débil —cuando no directamente inexistente—, una red de carreteras insuficiente y distancias muy largas a cubrir, muchas veces solo asumibles por aire, el avión se mueve en el mejor de los ecosistemas posibles.
La primera en mover fichas fue Delta, que empezó a comprar acciones de Aeroméxico en 2017 y que ha ido elevando gradualmente su participación hasta el 49%. En paralelo, la compañía estadounidense ha apostado por Latam —se ha hecho con la quinta parte de su capital— para agigantar su posición continental.
Más recientemente, el grupo de Iberia, IAG, ha redoblado su exposición a la región con la adquisición de Air Europa, que consolidará a Madrid-Barajas como el principal punto de entrada desde Centroamérica y Sudamérica, con casi la tercera parte de las llegadas.
El sector de los vuelos de bajo costo ha ido tomando una cuota de mercado a las antiguas compañías de bandera en países como el brasileño, el mexicano, el colombiano y, en tiempos más recientes, el argentino —las cuatro mayores economías de la región, que suman más del 70% del PBI total—.
Además, ese tipo de servicio también ha atraído la atención de grupos aéreos y fondos de inversión europeos y latinoamericanos: United tiene el 8% de la brasileña Azul; Air France-KLM, algo más del 1% de Gol y el fondo de capital riesgo Indigo —propietario de Frontier en EE UU— controla Volaris y JetSmart y acaba de cerrar la adquisición del negocio de Norwegian en Argentina también a través de la propia JetSmart.
El sector espera que en 2035 el avión sea el medio de transporte elegido por más 650 millones de viajeros al año en América Latina y el Caribe, con un crecimiento anual esperado que rozará el 6% hasta entonces, más de un punto por encima de la media global.