En la ciudad francesa de Rennes, en el noroeste de ese país europeo, hay un problema con las estufas a gas o electricidad que caldean el gélido ambiente de esa región: se trata del cambio climático.
Al tanto de su altísimo consumo de energía, y de que esos potentes artefactos están lejos de ser ecológicos, las autoridades han tenido que actuar.
Con el planeta en peligro con el calentamiento climático, a partir del 1 de enero reciente, la comuna de Rennes decidió prohibir la calefacción en bares y terrazas vía esas estufas.
Años atrás, la consultoría especializada en transición ecológica Carbone 4 calculó que una terraza equipada con cuatro braseros que funcionaran ocho horas al día emitía tanto CO2 como un trayecto en coche de 350 kilómetros.
La medida, que ya había sido aprobada el pasado mes de junio, convierte a Rennes en la primera ciudad francesa de más de 200.000 habitantes en adoptar la resolución, que afecta a unos 500 establecimientos.
Aunque podría ser emulada en otras ciudades (Grenoble, Burdeos y Angers serían las siguientes en ponerla en marcha), los que recelan son los negocios del sector, que temen fuertes pérdidas.
Según difunde el diario El País de España en un artículo al respecto, en París, los ecologistas presentaron una propuesta el 12 de diciembre para prohibir las terrazas climatizadas, una medida que sin embargo en la capital se topa con reticencia.
“Con el desafío ecológico que enfrentamos, tenemos que ser ejemplares en el espacio público”, dijo el teniente de alcalde de Rennes, Marc Hervé, a la agencia France Presse.
“Nadie pone la calefacción en el exterior de su casa, ¿por qué hacerlo en el espacio público?”, agregó Hervé en declaraciones difundas por el citado medio español.