A más de 500 días de haberse iniciado la pandemia del coronavirus, la crisis social que dejó en los argentinos se vive con crudeza. Por eso, la asistencia que diversos grupos y entidades brindaron en este tiempo fue y sigue siendo clave para salir adelante. Una de ellas es la Cruz Roja, asociación civil que se puso al hombro la ayuda humanitaria desde el inicio.
Es la primera vez que la Cruz Roja tiene 193 operaciones abiertas en el mundo de manera simultánea y también la primera vez que en el país se tuvo que dar respuesta a las 24 provincias al mismo tiempo vía lo que se llamó Plan Argentina se Recupera.
En una entrevista exclusiva con Telégrafo, el presidente de la Cruz Roja Argentina, Diego Tipping, contó que “por lo general una emergencia afecta a una parte del territorio y el resto de las jurisdicciones van en su auxilio, pero acá todas las filiales tuvieron que dar respuesta al máximo de su capacidad”.
El plan de acción nacional permitió que 30 aviones arribaran a Ezeiza con respiradores, camas, bombas de infusión y todo tipo de material de alta complejidad necesario para la ampliación de las camas de terapia intensiva, pero también con equipos de protección para el personal médico y otros elementos para contener la pandemia.
“Además trajimos 17 mil termómetros en menos de una semana para apoyar el plan Detectar, acompañamos la generación de los centros extrahospitalarios y apoyamos fuertemente los operativos locales”, añadió el referente.
Ayudar para reducir las brechas
“Esta pandemia destruyó la economía a nivel general y particular de muchos argentinos, aumentó las brechas entre quienes pudieron atravesarla con acceso a la comunicación, al entretenimiento, a la virtualidad escolar, y quienes perdieron su fuente de ingreso o se les redujeron”, sostuvo Tipping.
En ese sentido, desde Cruz Roja trabajan la asistencia alimentaria como una estrategia de ayuda inmediata, pero la verdadera solución es “buscar la reinserción laboral de las personas a través de la revinculación con el mundo de la industria”.
Por ello dictan talleres de formación en oficios en más de 45 ciudades de la Argentina. Una de ellas es Villa Gesell, donde en los barrios “Cabañas de Berni” y “115 y 15” los voluntarios han instalado desde hace meses sus espacios de enseñanza.
“Las capacitaciones son para poder salir de este momento y para estar preparados para situaciones similares en el futuro como personas y como comunidad en general”, sumó en diálogo con Telégrafo, Mónica Díaz, presidenta de la filial geselina.
Además, en la zona se dictan cursos de primeros auxilios. Siempre con el objetivo de “brindar más herramientas de las que ya tienen”.
Un pueblo solidario
En total hay en Argentina 66 filiales de Cruz Roja coordinadas por unos 150 mil voluntarios. En la costa atlántica se encuentran en Mar del Plata, Necochea y Villa Gesell. Sin embargo, las líneas de acción se extienden siempre a sus alrededores.
Por fortuna, la solidaridad del pueblo argentino es grande y con la pandemia no hizo más que crecer. “Hoy tenemos una demanda de cerca de 2.000 voluntarios mensuales que se quieren sumar a la red en todo el país, es inédito”, afirmó Tipping. Para sumarse sólo es necesario tener un mínimo de 16 años.
Durante 2020 realizamos más de 15.000 acciones en respuesta a la pandemia de COVID-19. Gracias al compromiso de nuestro voluntariado pudimos lograrlo. En 2021, seguimos contribuyendo con la recuperación de las familias más afectadas por la pandemia. #CruzRojaSiempreEstá⛑️❤️ pic.twitter.com/IXSVpuvVqB
— CruzRojaArgentina (@CruzRojaArg) January 9, 2021
La Cruz Roja es una asociación civil y tiene el mandato de ser auxiliar de los poderes públicos en el campo humanitario, en el marco de los principios fundamentales de neutralidad, imparcialidad e independencia. Es sostenida por el aporte privado de cientos de empresas, más la contribución de unos 60 mil donantes.
«Trabajamos con todos los partidos y todas las religiones, y coordinamos con todos los niveles del Estado porque sino las acciones no son sustentables y quedan aisladas”, subrayó el referente nacional.
El último paso para salir de la pandemia: la liberación de las patentes
“En 9 meses que llevan los procesos de vacunas en el mundo, se han fabricado 30 de cada 100 que son necesarias, y el 80 por ciento se encuentran concentradas en los 10 o 15 países más poderosos”.
Con esa sentencia Leandro Tipping afirmó una evidente postura de la entidad a nivel mundial y apoyada públicamente por el canciller Felipe Solá.
“De nada sirve que un país vacune a la totalidad de su población si el resto no lo hace, las nuevas cepas se van a seguir generando y van a dejar expuestas incluso a aquellas poblaciones que ya han vacunado a todos sus habitantes”, continuó el presidente y explicó que el pedido urgente es abogar por la suspensión transitoria de las patentes y la inmediata transferencia de tecnología a todos los países.
El @WTTC pide reconocimiento recíproco de todas las vacunas. https://t.co/vDlHzTbh4a pic.twitter.com/02q3iJ6Toz
— Telégrafo (@telegraficos) July 23, 2021
Según el referente, al ritmo actual de vacunación se necesitan dos o tres años para alcanzar a la población global, y si ese proceso no se acelera la salida de la pandemia se aleja cada vez más.
“La historia ha demostrado que jamás la suspensión o liberación de patentes ha hecho derrumbar una industria de laboratorio ni las ha llevado a la quiebra, el vacunar de manera igualitaria es una cuestión humanitaria, pero sobre todo es la única estrategia sanitaria posible”, concluyó.