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Detienen a una monja japonesa acusada de seleccionar niños para curas violadores

Se trata de Kosaka Kumiko, que llegó al país en 2007 y estuvo el último mes prófuga hasta quedar detenida en las últimas horas en el marco de la causa que investiga lo acontecido en el Instituto Provolo de la provincia de Mendoza, luego de que la justicia ordenara la detención en diciembre pasado de los sacerdotes Nicolás Corradi, de 82 años, y Horacio Corbacho, de 56.

La religiosa se declaró inocente ante el juez que la acusa de ayudar y encubrir a los mencionados sacerdotes que, durante años, abusaron sexualmente de los niños sordos que tenían a su cuidado en el instituto mendocino. “Soy una persona buena que he entregado mi vida a Dios”, adujo Kumiko.

En marzo pasado, una adolescente contó que, cuando tenía sólo cinco años, la monja le colocó un pañal para disimular el sangrado que le producía la violación sistemática a la que la sometían varios sacerdotes de la orden.

Corradi y Corbacho fueron imputados por abuso sexual agravado con acceso carnal y sexo oral contra al menos una veintena de niños hipoacúsicos de entre 10 y 12 años. Los alumnos eran forzados a practicar sexo oral en presencia de los curas y algunos fueron violados y golpeados, según sus propios relatos.

La monja forma parte de la congregación Nuestra Señora del Huerto y, desde su llegada al Provolo, tuvo a su cargo el cuidado de los 43 niños que dormían en el instituto. Desde ese puesto ejerció, según los testigos, un papel determinante en la trama de abusos.

Las víctimas son ahora adolescentes que, poco a poco, se han animado a hablar. En el expediente figuran además de la citada denuncia de la joven que contó cómo la monja ocultaba el sangrado de los vejámenes con pañales, la de otra menor que relata que era enviada por Kumiko a la habitación de Corbacho para ser abusada y testimonios “que dicen que la religiosa participó en tocamientos a nenas, les pidió que se toquen entre ellas y vio pornografía junto al celador Jorge Bordón (otro de los detenidos) en un televisor”, relató el abogado Sergio Salinas, de la ONG Xumek, a cargo de la querella.

Los abusos en el Instituto se conocieron en 2008, pero la causa fue archivada por la justicia. La sucesión de testigos finalmente reactivó el caso y el escándalo estalló en diciembre pasado. La cabeza del infierno era Corradi, llegado a la Argentina en la década del 60 desde el Instituto Antonio Provolo de Verona. Desde allí lo envió la Iglesia para protegerlo de decenas de denuncias de violación de menores. No le quitó los hábitos, sino que lo alejó lo más posible del escándalo. El fiscal Fabricio Sidoti, a cargo de la investigación, decidió intervenir el instituto y la Iglesia se vio obligada a asumir que algo pasaba en el lugar, tras años de silencio.

 

Kosaka Kumiko acusada por el fiscal Fabricio Sidoti. (Foto Télam)

 

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