El Club de las Tejedoras de Villa Gesell: un espacio para resignificar a la tercera edad

El Club de las Tejedoras de Villa Gesell es un espacio social integrado por personas de la tercera edad con el objetivo de ser solidarios con quien más lo necesite.

Desde sus inicios lo forman mujeres que se encargan de recibir donaciones de hilos y lanas para luego tejer desde escarpines hasta portacelulares, chalecos y mantas para regalarlos a personas con bajos recursos. Se inició hace ya casi dos años y funciona en la Casa de los Abuelos ubicada en avenida 6 y paseo 106.


La idea original fue de Gabriela Mazza, licenciada en Psicología y especializada en psicogerontología.

En una entrevista con Telégrafo, explica que la función del club es, además de ayudar, trabajar sobre dos ejes: canalizar el sentimiento de soledad que muchas veces invade a las personas de la tercera edad, y por otro lado, generar que ese adulto mayor vuelva a sentirse útil con la sociedad, algo que “genera un bienestar muy grande”.

 

Gabriela Mazza (de frente) es psicóloga especialista en la tercera edad y coordina el proyecto desde el año pasado. (Fotos Ricardo Stinco)

 

El Club de las Tejedoras es un programa de la Dirección de Políticas Sociales para la Tercera y Cuarta Edad, a cargo de Daniela D’ Eramo, y depende de la Secretaría de Desarrollo de la Comunidad, dirigido por Vanesa Cabral.

Los miércoles de 10 a 11.30, cada quince días, son los elegidos para reunirse y programar los tejidos. Aclaran sus integrantes que allí no se teje, cada una lo hace en su casa. Como todo club, ese momento está dedicado a socializar el trabajo y por qué no compartir un mate o un café.

 

Las mujeres tejen todo tipo de prenda con hilos y lanas que los vecinos donan. (Fotos Ricardo Stinco)

 

La base del Club de las Tejedoras es el intercambio

En su definición un club es una asociación de personas con fines recreativos, sociales o de causa común donde se desempeñan todo tipo de actividades según el motivo que las convoque. 

Por eso, en el Club de las Tejedoras, sostienen que eligieron ese nombre ya que lo más importante es lograr un intercambio entre todas las partes que componen la red, así como también compartir, no sólo elementos materiales sino experiencias, conocimientos, vivencias.

 

 

Si bien el grupo oficial es el que está formado por las mujeres que se reúnen y organizan el trabajo junto a Gabriela Mazza, no hace falta ser parte de esos encuentros porque los lazos se expanden más allá.

Están las personas que donan lanas e hilos, quienes tejen en sus casas, los que reciben las prendas y los que se encargan de buscar un lugar de destino.


“Un ovillo chiquito a nosotras también nos sirve”

El lema del Club es que todo sirve. Lana gruesa o fina, hilos de todas formas y colores. No importa cuánto ni cómo sea. “Porque nosotras después los mezclamos”, dice Claudia mientras muestra un chaleco para niño con una combinación de tonos.

Aclara Gabriela que no es necesario tampoco que las donaciones sean madejas sin usar o recién compradas. “Nos pueden traer prendas que nosotras las destejemos”, sostiene. 

Por lo general, durante el año se teje y en los meses de invierno es cuando se reparte.

 

 

La entrega, un momento clave del Club de las Tejedoras

Hasta hace unos días, Elba se encargaba de todo en el Club menos de repartir las prendas terminadas. “Me daba pudor”, cuenta ella y dice que siempre esquivaba esa parte del proyecto porque no se sentía cómoda. Sin embargo, después de escuchar los maravillosos relatos de sus compañeras, hace poco se animó. 

“Fuimos al vacunatorio del Centro de Salud Sur, nos recibieron con una alegría, un agradecimiento, una de las enfermeras se emocionó mucho”, se acuerda. Ese día las mujeres llevaron escarpines, mantitas, ropa de bebé y otro tipo de cosas que colocaron en una caja para que las familias del barrio busquen cuando necesiten.

 

Gorros, chalecos, polaynas son algunas de las prendas para repartir en este invierno. (Fotos Ricardo Stinco)

 

Otra visita: el geriátrico

El año pasado, uno de los lugares donde las tejedoras fueron a donar sus prendas fue un geriátrico. Pero cuenta Claudia que si bien los abuelos reciben todo con mucho respeto, la duda sobre si luego lo usarían “siempre está”.

“A la semana fui a bailar tango y la gente estaba con todo puesto, las polainas, los gorros, las mantas, se me caían las lágrimas”, sentencia con felicidad.

En otro de los hogares de la ciudad, desde el Club propusieron ir una jornada a tejer junto a los adultos mayores. “Se engancharon, sobre todo las señoras que hacía mucho no tejían y se generó una interacción hermosa”, explica Gabriela Mazza.

 

 

El proyecto de las escarapelas

En el marco por la conmemoración de los 40 años de democracia, la coordinadora del Club propuso hacer escarapelas tejidas para repartir a los geselinos durante los días patrios. “Me acordé que en una fiesta patria en Mar del Plata había ido a comprar una cosita y me regalaron una escarapela tejida al crochet, me encantó ese gesto”, dice sobre el origen de este proyecto que se desarrolla todo el año.

Entonces, ¿por qué no fortalecer desde su lugar la identidad nacional? No hace falta saber tejer, la creatividad no tiene límites y por eso Gabriela muestra una escarapela realizada con hilos entrelazados. 

 

El proyecto de las escarapelas se lleva adelante todo el año. (Fotos Ricardo Stinco)

 

Cada una de las unidades se entregan en las fiestas patrias y siempre a las personas que no tienen. “El 25 de mayo fui la encargada y la felicidad de la gente es muy grande”, explicó Claudia.

Quienes quieran tejer escarapelas pueden acercarse a la Casa de los Abuelos a buscar hilos y lanas celestes y blancos. 

 

 

El Club de las Tejedoras ya es una marca

Cada una de las prendas que se entregan llevan una etiqueta del Club de las Tejedoras con su nombre, dos agujas y un corazón tejido. Es que las mujeres ya son una marca.

“Queríamos algo que nos identifique”, explica Gabriela sobre este símbolo que muestra una “un gesto de prolijidad, de terminación”.

“Nuestra intención es que quede establecido”, concluye la coordinadora. 

 

La etiqueta del Club de las Tejedoras se coloca en cada prenda como un gesto de prolijidad y terminación. (Fotos Ricardo Stinco)



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