Desde que los seres humanos llegaron al espacio, hace más de 50 años, se han realizado varios estudios médicos para determinar cómo afecta al cuerpo humano salir de la Tierra.
Lo que se supo en las últimas décadas, por ejemplo, es que los astronautas crecen en el espacio entre dos y cinco centímetros. Esto se debe a la ausencia de gravedad, que hace que las vértebras se separen y que la columna se expanda. Al volver a la Tierra, en poco tiempo, vuelven a su altura original.
Todos los análisis empezaron con Scott Kelly, el primer estadounidense en pasar casi un año en el espacio a bordo de la Estación Espacial Internacional. La NASA estudió cómo el viaje afectó a su salud comparándola con la de su hermano gemelo, que se quedó en la Tierra.
Uno de los efectos más perjudiciales de viajar al espacio es que se pierde mucho calcio. Allí se flota, y moverse exige mucho menos esfuerzo. Mientras que una persona anciana en la Tierra puede perder un 1% de masa ósea al año, en el espacio esa cantidad se volatiliza en un mes. Además, dentro de la cápsula a los astronautas no les da el sol, una fuente importante de vitamina D.
Para paliar este problema, los astronautas tienen un programa de ejercicios muy intenso durante todo el día: pasan horas en la bicicleta estática o en el simulador de levantamiento de pesos.
La falta de gravedad produce también atrofia en los músculos y las extremidades pierden volumen. Para evitarlo, los rusos utilizaban hace años el llamado traje de pingüino, formado por unos pantalones con tirantes elásticos hasta los pies que les forzaban a hacer esfuerzo con las piernas para mantenerlas estiradas. Cuando aterrizan después de un viaje largo, los especialistas prácticamente los tienen que sacar en brazos y enseguida sentarlos en una silla, tardan días en volver a adquirir tono muscular.
Dos tercios de los astronautas regresan del espacio con miopía, a pesar de que muchos de ellos son pilotos que antes disfrutaban de una visión perfecta. Un estudio presentado en 2016 en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Radiología revela que esto se debe a los cambios en el líquido cefalorraquídeo, el fluido del sistema nervioso central, por la falta de gravedad.
Para la NASA, sin embargo, el aspecto más peligroso de viajar fuera de la Tierra es la radiación espacial. Los astronautas en el espacio reciben hasta diez veces más radiación. La exposición a la radiación puede aumentar su riesgo de padecer cáncer, causar enfermedades degenerativas como cataratas o enfermedades cardiacas y circulatorias.