Una ONG que promueve la seguridad en las redes, llamada Common Sense Media, lanzó una iniciativa por Estados Unidos para informar de las repercusiones sociales que supone la constante conectividad a la que vivimos sujetos.
Los datos recabados por la organización y difundidos por el diario El País de España son demoledores. La tecnología tiene efectos negativos a nivel individual, social y político. El 27% de los adultos se considera adicto; el 48% se ve en la necesidad de contestar inmediatamente a mensajes o alertas de sus redes sociales. Las cifras entre adolescentes son del 50% y el 72%, respectivamente. Además, en torno al 75% de los padres afirman que discuten con sus hijos por el uso de los móviles.
Para los niños, el problema es mayor: debido al uso constante de dispositivos, el 50% de los adolescentes se considera adictos; el 48% de los que pasan más de cinco horas con su teléfono ha reportado sentimientos de depresión, aislamiento o suicidio.
Más allá de las cifras, la dependencia de la tecnología conlleva otros efectos emocionales y culturales. El uso permanente de ordenadores, tabletas y teléfonos también conlleva una pérdida gradual de habilidades como la planificación y organización o la toma de decisiones, y aumenta la impulsividad y el nerviosismo.
Las cifras confirman la susceptibilidad también a caer en mentiras. El 67% de los estadounidenses obtiene sus noticias a través de las redes sociales. Y solo el 44% de los niños entre las edades de 10 y 18 saben diferenciar una noticia real de una falsa.
Los expertos contrastaron sin embargo los tipos de “apps” con otras como Google Maps, que ofrecen una herramienta útil para el consumidor durante un determinado momento sin generar adicción. Tras más de una década de popularidad, Facebook y otros se enfrentan a este debate que comienza a tener tracción en Estados Unidos y el resto del mundo.