Aún cuando provengan de una actividad económica esencial como el transporte marítimo, los 16 barcos más grandes del mundo producen la misma cantidad de emisiones de azufre que toda la flota de automóviles del planeta.
El dato, poco conocido y espectacular (16 contra más de mil millones), es lo suficientemente rotundo para aplicar en el futuro una nueva normativa que obligaría a los responsables de los barcos a reducir siete veces las emisiones permitidas.
Al tanto de la problemática, una empresa española ya está en pleno diseño de un sistema de vela rígida, similar al ala de un avión que a una vela convencional.
José Miguel Bermúdez, fundador de la compañía a cargo, Bound4Blue, considera “absurdo que hoy en día, en pleno siglo XXI, la única idea que se nos ocurra para mover un barco sea quemar combustible”.
Según el desarrollador, las velas creadas “cumplen tres características: pueden rotar, son plegables al nivel de la cubierta y el sistema es totalmente autónomo, recoge datos de los vientos en tiempo real y se orienta solo”.
Los especialistas aseguran que con su sistema las embarcaciones pueden mantener su velocidad de crucero, pero reducir hasta en un 40% el consumo de combustible, con la consiguiente disminución de emisiones.
“Mucho combustible cabría añadir, y además de la peor calidad posible, ya que el derivado del petróleo utilizado por los buques es el denominado fuel pesado, el más contaminante”, resalta Bermúdez en un artículo al respecto en el diario El País de España.
Durante 2018 la compañía va a instalar sus velas en dos embarcaciones muy diferentes: por un lado un pesquero propiedad de un armador de Vigo que busca adoptar nuevas tecnologías a su negocio, y por otro un carguero propiedad de la compañía teatral La Fura dels Baus, con el que realizan espectáculos por todo el mundo.