Un experimento realizado en ratones muestra buena parte del ingenio humano en la lucha contra el virus de la gripe o influenza: más de treinta científicos realizaron una combinación de anticuerpos de llamas y de humanos administrada mediante un virus y comprobaron que esa unión protege de casi todos los tipos de gripe.
Además de los centenares de subtipos y cepas identificados, la tasa de mutación del virus de la gripe —con la que escapa al radar del sistema inmunitario— es muy alta. Buena parte de esa habilidad del virus para la fuga se la debe a una sustancia que brota de su superficie. Se llama hemaglutinina (HA), una proteína que destaca en un doble sentido: es la encargada de fijar el virus a la célula infectada pero también es la parte más expuesta y a la que primero reaccionan las defensas.
Un amplio grupo de investigadores han ideado una estrategia compleja y muy diferente: si la cabeza de la HA es muy variable, ¿por qué no ir contra los tallos que la unen al resto del virus? Aunque no son los primeros en hacerse esta pregunta, su respuesta sí es diferente y, sobre todo, ha resultado exitosa. La han probado en ratones y, aunque muy preliminares, sus resultados son realmente esperanzadores.
La historia se remonta a 1989, cuando Raymond Hamers, entonces estudiante, encontró en el sistema inmunitario de camellos y búfalos de agua un tipo de anticuerpos desconocidos hasta entonces. Unas 10 veces más pequeños que los anticuerpos humanos.
Así que Kolkman y otra treintena de científicos seleccionaron cuatro diferentes anticuerpos de un grupo de llamas inmunizadas con vacunas contra diversos tipos de virus de la gripe o con respuesta inmune a la hemaglutinina de otros. En cultivos, vieron que detectaban y actuaban contra la HA, tres de ellos en el tallo. Pero cada tipo de anticuerpo de camélidos actuó contra una determinada variedad de virus. Además, son monovalentes, es decir, solo se fijan a un único punto de unión. Así que decidieron fusionar varios para crear un superanticuerpo.
Antes de probarla en ratones, la creación con cuatro tipos de anticuerpos diferentes de las llamas se completó con una porción de un anticuerpo humano (inmunoglobulina G). La fusión buscaba, entre otras cosas, acercarse a la respuesta que tendría el sistema inmunitario humano.
Tras inyectar estos anticuerpos de amplio espectro a los ratones antes de infectarlos con la gripe, comprobaron que su tasa de supervivencia era mayor que con las vacunas convencionales. Es más, vieron que algunos tipos de virus que no eran atacados por ninguno de los anticuerpos por separado sí lo eran por el compuesto.
En paralelo, los especialistas debieron sortear un último gran obstáculo. La gripe es un virus que afecta a las vías respiratorias y se propaga por el aire, no mediante inyecciones. Entre los autores de este experimento están María Limberis y buena parte del equipo del programa de terapia génica de la Universidad de Pensilvania (EE UU). En 2013, Limberis demostró que se podía introducir en las mucosas nasales de ratones y hurones mediante inhalación genes que expresaran anticuerpos. El ensayo usó un virus no patógeno que portaba los genes, se colaba en las células de las vías respiratorias y lograba crear y multiplicar anticuerpos de la gripe. Y es el paso que han repetido ahora, logrando una inmunización casi universal frente a la gripe en ratones.