China lanzó la sonda Chang‘e 4 con la intención, por primera vez en la historia de la humanidad, de concretar una misión al lado no visible del satélite natural de la Tierra, algo que hasta ahora han impedido siempre los problemas técnicos.
La nave no tripulada lleva un vehículo de exploración a bordo y ha sido lanzada para intentar alunizar en la cara oculta de la Luna, en un paso más del ambicioso programa chino de exploración espacial.
Chang'e-4, the world's first lunar probe that is expected to make a soft landing on the far side of the Moon, was successfully launched on early Saturday from the Xichang satellite launch center in Southwest China's Sichuan Province. #ChangE4 (Photo: Xie Qiyong) pic.twitter.com/bWT9e7erkI
— Global Times (@globaltimesnews) December 7, 2018
Chang’e 4 (así llamada en honor de una diosa que, según la mitología china, habita en la Luna) alunizará en los primeros días de enero; a las pocas horas emergerá el vehículo de exploración, que empezará a recorrer el paisaje lunar y a transmitir datos que permitan esclarecer algunos de los principales interrogantes sobre la cara oculta de nuestro satélite.
Esa cara lunar, invisible desde la Tierra, es muy distinta de la que sí conocemos. Si la cara vista muestra “mares” llanos de basalto y relativamente pocos cráteres, el otro lado está lleno de cráteres y su composición parece diferente. La misión china podría recabar datos sobre la historia y la geología de este área desconocida del satélite.
Según el estudio publicado por científicos chinos en la revista especializada Journal of Geophysical Research, de la Asociación Geofísica Estadounidense, y difundido por el diario El País de España, la toma de tierra de Chang’e se producirá en el cráter Von Kármán.
Esa concavidad, de 186 kilómetros de diámetro, forma parte de la cuenca Polo Sur-Aitken, el mayor cráter de impacto conocido en el sistema solar y uno de los más antiguos de la Luna. Los científicos creen posible que la cuenca contenga material del subsuelo lunar, que podría aportar importante información.
Hasta ahora no se había intentado una misión similar. Con la masa de la Luna interpuesta entre la Tierra y la nave espacial era complicado establecer un sistema de comunicación que permitiera a los ingenieros enviar instrucciones a la sonda para su descenso a la superficie. El mismo problema se planteaba para que el vehículo explorador pudiera transmitir sus datos.
Para solventar este problema, China envió en mayo su satélite Queqiao, que entró en órbita en junio, a una distancia entre 65.000 y 80.000 kilómetros más allá de la Luna. El satélite recibirá las instrucciones de la base aeroespacial en la Tierra para reenviárselas a la sonda y al vehículo explorador y comunicará a la Tierra los datos de vuelta.