El mayor estudio sobre recién nacidos, cuyos resultados se publicaron esta semana en la revista científica Nature, confirma grandes diferencias entre el parto natural y el nacimiento por cesárea.
Durante la investigación realizada en la University College de Londres, se han estudiado muestras de 596 bebés a lo largo del primer año de vida y de 175 madres.
Los resultados confirman que los niños nacidos por el canal del parto reciben la mayoría de sus bacterias de sus madres. Esa comunidad bacteriana, denominada microbioma, hace que el sistema inmune, nacido sin memoria alguna, aprenda a distinguir los microbios beneficiosos de los peligrosos.
En cambio, los investigadores comprobaron que en los partos por cesárea la transferencia de bacterias maternas queda interrumpida y los microbios más abundantes son los del ambiente hospitalario. Entre ellos hay varias especies del grupo de microbios resistentes a antibióticos.
El número de cesáreas en el mundo no deja de crecer. En 2015, el 21% de niños nació por este método, el doble que en 2000, según datos publicados el año pasado por la Organización Mundial de la Salud.
Aunque la composición del microbioma de unos y otros niños se equilibra a partir del primer año de vida, los científicos creen que hacen falta estudios a largo plazo, pues no queda claro si estos desequilibrios en el microbioma tienen un impacto en la salud.
Hay investigaciones que muestran que los bebés nacidos por cesárea tienen un microbioma muy diferente y también tienen un mayor riesgo de sufrir asma, alergias u obesidad a lo largo de su vida.
Europa y América son los continentes donde más se practica esta cirugía, que cuando está indicada es crucial para salvar la vida de la madre y el bebé.