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Las tortugas se sienten atraídas por el olor del plástico que flota en los océanos

Cada año acaban en el mar varios millones de toneladas de plástico. Aunque sea por azar, los animales marinos se tropiezan con esos residuos y se los comen. Un estudio de 2015 calculó que la mayoría de las tortugas marinas comía plástico. Lo que no estaba del todo claro es si lo hacen por accidente o porque se creen que es comida.

Ahora un experimento divulgado por el diario El País de España apunta a dar una respuesta. Investigadores de varias universidades de EE UU y el Caretta Research Project, diseñaron un proyecto para proteger a la tortuga boba y expusieron a cuatro aromas distintos a una quincena de tortugas de esta especie.

 

 

Sobre el tanque de agua en el que las iban poniendo dispersaron los siguientes cuatro olores: el de un litro de agua desmineralizada, el de 20 gramos de una albóndiga compuesta de peces y marisco, el de una botella de agua vacía pero limpia hecha trocitos y otra también troceada pero que había estado en el mar durante cinco semanas.

El trabajo, publicado en Current Biology, muestra que las tortugas apenas se vieron atraídas por el agua desionizada y el plástico limpio. Sin embargo, multiplicaron hasta por cinco el tiempo que sacaban sus narices fuera del agua para olfatear tanto el aroma de la bola de pescado y mariscos como el despedido por el plástico con material orgánico adherido. También triplicaron el número de olfateos en cada emersión. Ambos patrones son indicadores de búsqueda de comida. Incluso hay una mayor actividad ante el olor del plástico con microbiota.

 

 

Los autores reconocen que, por el propio diseño de su experimento, no pueden saber qué elemento específico presente en el plástico es el que atrajo a las tortugas. En el tiempo pasado en el agua, los trozos de plástico se habían convertido en el hogar de diversos microorganismos marinos. De ahí que los científicos sugieran la posibilidad de que volátiles emanados de la síntesis orgánica protagonizada por microalgas, hidrozoos u otros organismos atraigan a los reptiles marinos como pista de que hay comida.

Además de identificar los productos químicos responsables del atractivo olor, la gran limitación de este trabajo es que se realizó con ejemplares jóvenes (cinco meses de vida) criados en cautividad de una de las seis especies de tortugas marinas que hay. Habría que replicarlo en las demás que, con dietas diversas, también caen en la trampa del plástico.

 

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