Los puntos más profundos del océano tienen niveles “extraordinarios” de contaminación
Un equipo de investigadores de Reino Unido logró descender con un robot submarino a más de 10.000 metros en la fosa de las Marianas y la fosa de Kermadec, ambas en el océano Pacífico y, analizados los tejidos grasos de crustáceos recogidos en ambos puntos, encontraron concentraciones “extraordinarias” de bifenilos policlorados (PCB, en inglés) y polibromodifenil éteres (PBDEs), compuestos usados en electrodomésticos y otros aparatos eléctricos.
Ambos productos se engloban en el grupo de contaminantes orgánicos persistentes (POC). El más famoso de ellos es el insecticida DDT, cuyos efectos nocivos para la fauna y la salud humana a nivel mundial salieron a la luz con el libro Primavera Silenciosa, de Rachel Carson, en 1962. En este grupo de contaminantes se incluyen algunas de las sustancias químicas más tóxicas, ya que no desaparecen ni se diluyen en agua, y su concentración se multiplica en los seres vivos a lo largo de la cadena trófica.
Aunque se creía que la inaccesibilidad a estos territorios los convertía en uno de los pocos lugares del planeta donde no había llegado la huella contaminante de la humanidad, el estudio acaba de demostrar que, en realidad, las fosas marinas son un enorme sumidero de la contaminación industrial global.
Los científicos, de la Universidad de Aberdeen, han accedido a estos hostiles hábitats donde la presión es 1.000 veces mayor que en la superficie, con robots submarinos equipados para capturar los pocos seres vivos que consiguen sobrevivir en ellos.
Los crustáceos de las Marianas presentan una concentración de PCB 50 veces mayor que los cangrejos del Liahoe, “uno de los ríos más contaminados de China”, explican los autores del estudio, publicado en Nature Ecology and Evolution y reproducido por el diario El País de España.
“El único otro punto del Noroeste del Pacífico con valores comparables a los de las Marianas es la Bahía de Suruga, en Japón, una zona muy industrializada con un alto uso de químicos organoclorados”, advirtieron los especialistas. La contaminación por PCB en la fosa Kermadec es menor, al igual que la de PBDEs, pero, “lo que destaca” es que los niveles de contaminación en las profundidades son equiparables a los de zonas costeras, mucho más cercanas al origen de los contaminantes, resaltan los investigadores.
Aunque no está claro cómo se han podido alcanzar niveles de contaminación tan elevados en zonas tan inaccesibles, los autores apuntan a la polución por plásticos y a la caída de animales muertos al fondo marino. Esa carroña es después consumida por los crustáceos multiplicando en sus tejidos las concentraciones de estos químicos. Los investigadores creen que la contaminación avanza a un ritmo muy rápido desde el origen hasta lo más profundo del océano, como se demostró tras el accidente en la central nuclear de Fukushima, cuyos isótopos radioactivos se hundieron en la columna de agua a unos 70 metros al día. “Se estima que hay unas 370.000 toneladas de PCB en el océano”, lo que, unido a su rápido avance, explicaría las concentraciones detectadas en las fosas marinas.