Científicos comprobaron que la especie Megaponera analis, encontrada en África subsahariana, tiene comportamientos de rescate y valoraron los resultados obtenidos en su investigación: «Pueden proporcionar pruebas de que la empatía no es necesaria para que los animales desarrollen acciones de ayuda» hacia los demás.
Desde el Centro de Investigación del Parque Natural de Comoé, sobre el suelo de un bosque húmedo de Costa del Marfil, los científicos observaron a 500 hormigas en marcha en formación de columna dos o cuatro veces al día para cazar termitas. A menudo, una de las ellas perdía alguna extremidad en las grandes mandíbulas de su presa y se quedaba por el camino, pero sus compañeras volvían y la llevaban de vuelta al nido, para que puedan recuperarse.
Aunque ya se sabía que algunas especies de hormigas ayudan a rescatar a los compañeros de caza atrapados después de un derrumbe de tierra o a los que caigan en una trampa de hormigón, según señala Erik Frank, principal responsable del estudio, se trata de contextos diferentes. «Esas son situaciones en las que los individuos se enfrentan a un peligro de muerte inminente», explica en una entrevista brindada al diario El País de España.
En el caso de las M. analis, los investigadores observaron que las hormigas heridas producían dos tipos de feromonas (disulfuro de dimetilo y trisulfuro de dimetilo) en sus glándulas maxilares para que sus compañeras pudieran identificarlas y recogerlas. Xavier Espadaler, entomólogo del instituto de investigación medioambiental CREAF, de la Universidad Autónoma de Barcelona, explica que esos mecanismos químicos gobiernan la vida de las hormigas. “Son como petroquímicas ambulantes. Cada una tiene entre 25 o 30 glándulas de secreción externa que producen diferentes sustancias para cada situación”, detalla.
De acuerdo a lo divulgado tras el estudio, entre tres y nueve hormigas fueron rescatadas al día por sus compañeras. La mayoría tenía una termita que se aferraba a una de sus extremidades, y el equipo de rescate logró retirar las termitas en el 90% de los casos en las 24 horas siguientes, sin amputar a los individuos heridos, que fueron completamente rehabilitados. Las hormigas que sí habían perdido patas también fueron capaces de recuperarse en los confines seguros del nido.