Los suecos logran calefaccionar 950.000 viviendas con la quema de basura

En un procedimiento muy desarrollado por los países escandinavos y cuestionado por algunas naciones europeas, a través de múltiples fábricas incineradoras de residuos, cerca de un millón de viviendas se calientan y 260.000 se iluminan cada año en Suecia, gracias a la energía procedente de la materia prima de los desechos.

Por su clima gélido, los países nórdicos han sido pioneros en convertir en energía a aquella basura doméstica que no tiene otro destino que un predio de disposición de residuos.

Suecia empezó en los años 40 a construir su actual red de 20.000 kilómetros de tuberías de calefacción urbana. Con un parque de incineradoras superior a treinta plantas, que producen 50 billones de vatios anuales, más de dos millones de toneladas de residuos domésticos se transforman en calor y electricidad para la región.

En un artículo del diario El País de España, Ann Carin Gripwall, directora de comunicación de Avfall Sverige, el servicio nacional de recolección de basura sueco, celebró las últimas cifras conocidas al respecto: “El 20-25% de la calefacción urbana viene de la basura. La generación de energía equivale a 1.500 millones de litros de petróleo”, afirmó.

Sin embargo, para satisfacer esa producción de energía, Suecia necesitó importar en 2014 casi un millón y medio de toneladas de residuos procedentes de Noruega, Irlanda e Inglaterra.

Al respecto del futuro del medio ambiente, del porvenir de las finanzas y de los interesados en el tema, Gripwall agregó: “Los residuos son un negocio y un combustible. En lugar de la exportación-importación de petróleo, ahora es la de los productos de desecho. La importación es pequeña, pero es más efectiva como recurso medioambiental dentro de Europa y se puede seguir haciendo hasta que los demás países miembros se pongan al día en sus políticas de residuos”, señaló la especialista, al tanto de la prohibición para la existencia de basurales que fijó la Unión Europea para 2020, una controvertida lucha de intereses donde el valor de mercado de los residuos se debate como transición a un futuro sin basura.

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