El temporal de viento que se desplegó por todo el sudeste de la provincia de Buenos Aires este primer domingo de febrero mostró una vez más la virulencia con la que los fenómenos climatológicos impactan en la era moderna. Desde que se tienen registros contemporáneos de estos sucesos, es cada vez más habitual vivir instancias de furia por parte de la naturaleza.
Luego de aquel ciclón extra tropical acontecido en el mes de septiembre y del otro fatal temporal de viento de noviembre último, con una persona fallecida y serios daños materiales en diversas viviendas, -algunos de ellos de destrucciones asombrosas-; el primer fin de semana de este segundo mes de 2017 quedará en el recuerdo por la feroz y extensa tormenta desarrollada en todo el frente marítimo de la costa norte bonaerense.
En los últimos tiempos se conocieron datos sustanciales en relación al impacto del cambio climático en el mundo. En octubre, la concentración del C02, el principal gas responsable del calentamiento global, superó todos los registros históricos. Un mes después, científicos norteamericanos comprobaron mutaciones y cambios de conductas en plantas y animales a raíz del fenómeno.
Por si fueran pocas las novedades en esa sintonía, el mes pasado, hace tan solo 20 días, la Organización Mundial de la Meteorología confirmó que la Tierra batió el récord de temperaturas más altas por tercer año consecutivo. La temperatura global en 2016 se situó 1,1 grados centígrados por encima de la registrada en la era preindustrial y fue unos 0,07 grados mayor a la registrada en 2015.
El día después de la intensa inclemencia del tiempo, que mereció ser calificada para el municipio de Villa Gesell como “uno de los temporales más severos de los últimos años”, Telégrafo salió a recorrer las calles del distrito y a través del lente del fotógrafo Ricardo Stinco retrató una vez más los contratiempos originados a partir del temporal.