Luego de que el secretario de Estado de EE. UU., Rex Tillerson, antes de iniciar una gira con paradas en México, Argentina, Perú y Colombia, alertara a los países latinoamericanos de que la estrategia de apoyarse excesivamente en China, «supone ganancias a corto plazo a cambio de una dependencia a largo plazo», el gigante asiático emitió una dura respuesta.
En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino consideró que esa premisa es falsa y que los intercambios con Latinoamérica se basan «en intereses comunes y necesidades mutuas».
El aumento de la influencia china en Latinoamérica, al menos en términos de comercio e inversión, es incuestionable. Los intercambios de mercancías se han multiplicado durante la última década.
En referencia a Estados Unidos, el gobierno chino expresó: «Esperamos que este país abandone el concepto anticuado de los juegos de suma cero y vea el desarrollo de las relaciones entre China y América Latina de forma abierta e inclusiva».
Según describe el diario El País de España, en su discurso antes de comenzar su gira latinoamericana, Tillerson afirmó que las ofertas procedentes de China en forma de inversión «casi siempre requieren la importación de fuerza laboral china, préstamos abultados, una deuda insostenible y hacen caso omiso de los derechos humanos y de propiedad intelectual».
Para Xinhua, la agencia oficial china, el envite contra la política exterior china por parte de la administración Trump es consecuencia de la «pérdida de carisma» de la primera potencia mundial en la región: «En vez de perder el tiempo criticando a China, quizás sería una buena idea que Washington rebajara la retórica hostil que ha provocado la ira en Latinoamérica con propuestas como endurecer la inmigración, construir un muro o buscar inclinar los tratados comerciales a su favor».