El presidente Mauricio Macri participará este martes de la apertura de sesiones de la Asamblea General de la ONU, pero lo más importante de su viaje a Estados Unidos tuvo lugar este lunes con reuniones ante inversores y banqueros.
La idea del gobierno era hablar sin intermediarios con los responsables de contener la huida de capitales que sufre la economía argentina, en un escenario de debilidad de las economías emergentes.
Macri primero desayunó en las oficinas en Nueva York del diario Financial Times con representantes de grandes grupos inversores y de agencias de calificación de riesgos. Horas después, se sentó frente a un periodista de Bloomberg, sitio especializado en economía y finanzas. “Estoy listo para competir por otra presidencia” le dijo a ese medio al ser consultado por si será candidato en las próximas elecciones.
El líder del PRO prometió lo que querían oír los interesados: continuidad política y un plan sustentable que cuenta con la garantía del Fondo Monetario Internacional como prestador de última instancia. Para neutralizar cualquier temor, el mandatario está a la espera de la firma de un nuevo acuerdo con el FMI, una ampliación del rescate por 50.000 millones de dólares acordado en junio y que de pronto resultó insuficiente.
«El acuerdo nos dará más certeza para el programa financiero de la Argentina, más apoyo por parte del FMI. Aún no puedo decirlo porque estamos negociando, pero va a brindar más confianza al mercado», explicó.
“Contamos con el apoyo que recibimos de otros países y especialmente de Estados Unidos. Con el nuevo valor del tipo de cambio estamos balanceando nuestras cuentas externas y, lo más importante, tendremos un nuevo récord de producción de granos», argumentó a continuación.
Este año, la caída del PBI rondará el 2,4%, una brecha de más de cinco puntos con los vaticinios de diciembre pasado, y la inflación estará por encima del 40%, frente al 15% que esperaba el equipo económico hace sólo nueve meses.
La semana pasada, la oficina de estadísticas oficiales informó de un crecimiento de la desocupación, hasta el 9,6%. Los números serán aún peores durante los próximos meses, cuando se sentirán los efectos de la depreciación del peso, que durante 2018 superó largamente el 50%.