Zonas destruidas y militares en las calles en Santiago de Chile tras diversas protestas sociales

Caóticas jornadas se viven en Santiago, capital de Chile, entre este viernes y sábado con 41 estaciones del metro destruidas, 308 detenidos, 156 policías lesionados y al menos una docena de civiles heridos.

Las protestas contra el alza del precio del metro se desbordaron con el paso de las horas y el fenómeno de descontento profundo trascendió la suba del boleto del subterráneo.

Luego de diversos incendios de autobuses, coches, bancos, sedes de compañías multinacionales como Enel y saqueos de tiendas y supermercados en diferentes zonas de la capital, las autoridades del Ejecutivo se mostraron desbordadas y el gobierno de Sebastián Piñera (con mandato hasta 2022) acudió al Ejército para tomar el control de la ciudad.

El presidente emitió un decreto de Estado de emergencia, que restringe para los ciudadanos la libertad de traslado y de reunión por 15 días, una medida que no había sido utilizada en Chile desde la dictadura, salvo con ocasión de desastres naturales, como el terremoto de 2010, cuando la socialista Michelle Bachelet recurrió a la misma resolución para controlar el desorden público generado en el sur del país.

 

 

Las entradas masivas de usuarios saltando los accesos del metro sin pagar comenzaron la semana pasada, en paralelo al alza del precio del pasaje (de 800 a 830 pesos chilenos, es decir, de 1,13  a 1,17 dólares), pero las movilizaciones se agudizaron entre el jueves y el viernes. El reciente aumento se trató del vigésimo en los últimos 12 años.

Entre otros problemas estructurales en Chile, existe consenso en que el sistema de pensiones requiere de una transformación profunda, porque son bajísimas respecto del nivel de vida que tienen los ciudadanos en su etapa activa. Además, ningún Gobierno en 30 años ha sido capaz de levantar la educación pública, destruida en la dictadura. Los medicamentos, por otro lado, son significativamente caros, en relación no solo a la región, sino incluso a Europa.

El descontento de la sociedad chilena parece distinto al de 2011, cuando los estudiantes salieron a las calles en demanda de educación gratuita y de calidad, en el primer gobierno de Piñera (2010-2014).

 

 

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