A pesar de la desinformación que circuló en las últimas horas –especialmente después de la publicación de una nota del diario La Nación que fue replicada incluso a nivel local- respecto a que se prohibió fumar en las playas de Pinamar, la ordenanza sancionada solo establece limitaciones e incluso una aplicación paulatina en los próximos dos años.
En concreto, en su última sesión ordinaria, el Concejo Deliberante de Pinamar aprobó por mayoría una norma que obliga a los fumadores a ejercitar este hábito en un radio de cinco metros de los recipientes que se dispondrán en las playas, exclusivos para tirar colillas. Es que más allá de las cuestiones de salud vinculadas al consumo de tabaco, el espíritu de la norma es la limpieza y el cuidado del medio ambiente, dada la cantidad de colillas que se dejan tiradas en la arena.
El proyecto fue impulsado por la fuerza vecinalista Propin y en un principio buscaba que dentro de la superficie de cada playa se disponga de un sector de 25×30 metros, con recipientes para colillas, destinado exclusivamente para fumar.
No obstante, para que su aplicación sea viable, se decidió modificar la iniciativa y que se pueda fumar en los alrededores de los recipientes. La ordenanza no fue aprobada por unanimidad y contó con la oposición de gran parte del bloque oficialista, por lo que quedará en manos del intendente Martín Yeza promulgar la norma para su entrada en vigencia, o aplicar su poder de veto.
Los principales argumentos en contra de la propuesta estuvieron vinculados a la restricción que se aplica a los fumadores para consumir un producto que es legal y de venta libre, además de las dificultades para fiscalizar. Vale mencionar que los concejales que abogaron en este sentido admitieron su carácter de fumadores, como la oficialista Camila Merlo y la opositora Marcela Uhrig.
Por otra parte, el también oficialista Rafael De Vito fue un férreo defensor de la normativa junto a los concejales de Propin. De hecho, De Vito cuestionó al Ejecutivo por dejar caer en saco roto ordenanzas de similar naturaleza que buscan “cuidar la vida” y que solo requerían la colocación de cartelería.
Mencionó en esta línea a la primera norma antitabaco en playas sancionada por el Cuerpo -ahora derogada por la nueva ordenanza-, como también aquella que obliga a exhibir carteles con la maniobra de Heimlich en restaurantes de Pinamar y el registro de los grupos de running. “Si vamos a dejar de sancionar ordenanzas porque al Estado se le complica fiscalizar, estaríamos cometiendo un error”, sentenció.
Aplicación paulatina
Vale aclarar, incluso para reforzar que la anunciada prohibición de fumar en playas no es tal, que en sus artículos la ordenanza indica que su objeto es “llevar adelantes políticas de medio ambiente y del cuidado de la salud”, además de propender a un “cambio cultural progresivo”.
“Por tal, requiere su tiempo de adaptación. Es por ello que su cumplimiento será progresivo, disponiendo de los primeros dos años de su entrada en vigencia para su plena difusión y campaña de concientización”, agrega el articulado.
Recién a partir del tercer año, el fumar fuera del lugar delimitado se convertirá en una infracción, que será equivalente al valor de entre 20 y 200 atados de cigarrillos, según las circunstancias del caso. Se dejó establecido, además, que el monto a recaudar será destinado exclusivamente al área de salud.
Contradicciones
La ordenanza sancionada por mayoría –Camila Merlo, Alejandra Apolonio, Lucas Ventoso (Cambiemos), Nora Ponce y Marcela Uhrig (Unidad Ciudadana) votaron en contra- incurre en algunas contradicciones en su articulado.
En principio, el artículo 1 crea el programa “Playa Libre de Humo” para la “regulación de los aspectos relativos al consumo del tabaco en el sector playa” y en el 2 obliga a todas las UTF municipales y balnearios del sector público a colocar en el ingreso a las mismas un cartel que indique “Playa Libre de Humo”.
No obstante, ya se ha establecido que las playas no serán libres de humo, sino que habrá sectores exclusivos y delimitados para ejercer el hábito de fumar.