Las cuartas elecciones en cuatro años celebradas en España fueron una mala noticia sobre todo para la izquierda, que podía haberlas evitado, porque lejos de reforzar la mayoría que ha gobernado desde la moción de censura de 2018, impulsó al PP —que pasa de 66 escaños a 88— y permitió la explosión de la extrema derecha en el partido Vox, que pasó de 24 a 52 y se convirtió en la tercera fuerza del país ibérico.
El PSOE perdió tres bancas y aún más bajó su principal aliado hasta ahora, Unidas Podemos, que se dejó 7 espacios, al pasar de 42 escaños a 35, una caída que no se compensa con los tres de Más País.
El hundimiento de Ciudadanos, que pasa de 57 a 10 escaños, y el ascenso del PP y de Vox consolidan en el Congreso las posiciones más a la derecha mientras el centro se vuelve irrelevante.
El resultado tampoco ofrece una mayoría alternativa del bloque de la derecha con Vox, como la que gobierna en Andalucía o Madrid.
El PSOE ha perdido 728.000 votos, y Unidas Podemos 636.000. Entre los dos se dejan casi un millón y medio, que no se compensan con los 554.000 de Más País. En el otro lado, el PP ganó 662.000 votos y Vox pegó un salto enorme de 962.000 apoyos. La debacle absoluta es la de Ciudadanos, que se deja 2,5 millones en el camino.
Así las cosas, aunque Pedro Sánchez ganó de nuevo las elecciones, tendrá más difícil formar Gobierno que meses atrás.