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Demoran la sanción de la ley de etiquetado: “No nos olvidamos, estamos firmes y esperando”

El proyecto de ley de etiquetado frontal de alimentos y bebidas, que cuenta con aprobación del Senado, aguarda para ser aprobado por los diputados, donde desde hace semanas, sin embargo, no se registran avances en las comisiones.

En diálogo con el programa Pasaron Cosas de Radio Con Vos, la cocinera Narda Lepes reparó en esa situación y estimó que el proceso electoral puede ser uno de los motivos que obstaculizan su sanción, además de la intención de las empresas de “ganar tiempo”.

 

 

Una vez que se ponga en marcha, la iniciativa plantea que los diferentes envases cuenten con advertencias octogonales negras en el caso de alimentos altos en calorías, azúcar, sodio o grasas (totales y saturadas). Este tipo de políticas comunicacionales ya están vigentes en países latinoamericanos, como Chile, Colombia o México.

“Probablemente deben estar frenándolo, por un lado, las elecciones, en donde hay un cambio de figuritas importante, negociaciones sobre votame esto, votame aquello. Y por otro lado porque les jode a las empresas de alimentos ultraprocesados, que quieren ganar tiempo”, analizó Lepes al respecto del freno legislativo al proyecto. “Pasan las semanas y nosotros no nos olvidamos. Estamos firmes y esperando”, aclaró enseguida la cocinera.

La ley es considerada trascendental sobre todo en esta época, cuando a partir de la pandemia muchos hábitos alimenticios se modificaron: la gente comenzó a cocinar más y a prestar más atención al origen de los productos, incluso los denominados millenials y centenials descubrieron que experimentar en la cocina puede ser divertido, al tiempo que están más informados acerca de los productos.

 

 

Si bien el 80% de los argentinos dice que trata de limitar el consumo de alimentos que hacen mal a la salud o no son naturales, todavía hay mucho espacio para generar conocimiento de las ventajas y desventajas de las cosas con las que la comunidad se alimenta.

“No creo que nadie tenga una convicción de que esta ley está mal. No hay mucho argumento en contra, qué van a discutir. Es para dónde va el mundo. Esta ley importa mucho también para los niños, porque estipula que no se puede tratar a los más chicos como un consumidor”, analizó Lepes.

En esa línea, la también presentadora de televisión separó los tantos sobre las empresas que producen alimentos y “aquellas que hacen productos aptos para el consumo humano”. “Este es el último tramo de ese grupo que ahora está unificado. Después de esta ley, esos grupos tienen que quedar en distinto lado. No podés estar con los mismos que hacen fideos o salsas de tomate. Si vos haces yogur, está bien, si vos hacés azúcar con grasa, no está bien”, ejemplificó Lepes.


Conocimiento en Argentina de la ley de etiquetado

La compañía Kantar, consultora y productoras de información basada en evidencias, realizó un abordaje en relación con el proyecto de ley y reveló que, sobre un universo de 1.000 argentinos, un 52% sabe que la iniciativa existe (crece a 70% en niveles socioeconómicos altos), y un 76% considera que puede llegar a ser beneficiosa para la dieta.

En paralelo, seis de cada 10 personas piensan que es muy probable que cambien algunas de sus elecciones de productos cuando se enfrenten a una góndola llena de advertencias. Puede suceder que abandonen ciertas categorías de productos, o que empiecen a comprar marcas diferentes. En cualquier circunstancia, tendrán un elemento más que puede influir en las decisiones.

 

 

Información para el consumidor, desafío para las empresas

En el caso de México, donde recientemente se puso en práctica la nueva legislación, los nuevos “sellos” en los productos no pasaron inadvertidos, y generaron variadas reacciones en los consumidores: culpa, confusión y sorpresa.

Culpa por el hecho de sentirse señalados y tener que reconocer que estaban comiendo muy mal; confusión porque la góndola se “contamina” visualmente y se complejiza la elección de productos; y sorpresa porque vieron advertencias en productos que se consideraban saludables, cómo jugos o yogures.

Queda claro que las etiquetas no bastan: es necesario un cambio en la cultura alimentaria, con un mayor compromiso de las instituciones educativas, los gobiernos y las empresas.

En ese punto Lepes reconoce que las empresas deberán invertir en el desarrollo del producto, para lo que es el paquete y las etiquetas, es algo que lleva un tiempo, no es un día para el otro. Obvio que implica gastos, pero es una oportunidad para las empresas de mejorar su productos, esto es algo a donde se va en todos lados del mundo”.


¿Cómo reaccionan las empresas?

En muchos casos se embarcan en procesos de reformulación de productos, reduciendo la proporción de ciertos ingredientes para evitar ser penalizadas con el octágono negro. Pero haciendo eso corren el riesgo de ser percibidos como menos sabrosos o indulgentes que sus competidores.

En cualquiera de los casos, existe la amenaza de la caída en ventas y de la pérdida de su porción de mercado, por eso es clave entender cual puede ser el impacto en cada una de las marcas.

Los especialistas en el tema consideran que los consumidores tendrán acceso a más información que nunca, serán más conscientes de lo que eligen y responsables de sus acciones, y esperarán que las empresas estén a la altura de las circunstancias: van a demandar claridad y transparencia en la información y van a priorizar alternativas alineadas a un nuevo concepto de bienestar.

 

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