La polémica de cada verano: trajes de baño, cuerpos expuestos y prejuicios

En pleno verano y con el privilegio de contar con una costa marítima que permite esparcirse y recrearse, las playas se llenan de gente y con la llegada de propios y turistas llegan los trajes de baño, los cuerpos expuestos y también, lamentablemente, los prejuicios.

¿Qué pasa con los cuerpos en la playa? ¿Quién dice que hay cuerpos más habilitados que otros para disfrutar del sol y la naturaleza? ¿Qué rol juegan los medios? ¿Es igual en hombres y mujeres? Para tratar de responder a estas y otras preguntas desde el Conicet Mar del Plata dialogaron con Verónica Meske, licenciada en Filosofía y becaria doctoral del organismo.


Poder ocupar y disfrutar ciertos espacios no debería ser un privilegio solo para algunos cuerpos, no deberían existir reglas que admitan o dejen de admitir personas según sus características físicas, y mucho menos dictar normas sobre qué vestimenta es la más adecuada. En los últimos días se reavivó la polémica porque algunos medios nacionales compartían en sus tapas noticias sobre “qué trajes de baño utilizar para disimular cuerpos imperfectos”, en una clara postura de cuáles son los cuerpos perfectos y cuáles no al ilustrarlo con una mujer de edad adulta disfrutando del mar.

Meske trabaja en el Centro de Estudios Sociales y Politicos (CESP) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata y se detuvo a reflexionar y compartir sus ideas e inquietudes sobre los mecanismos y las formas de disciplinar a los cuerpos en sus distintas formas.

 

 

Medios de comunicación

La especialista en filosofía explica que los medios de comunicación cumplen cada vez un rol más preponderante en la reproducción y despliegue de discursos disciplinadores de los cuerpos, como se pudo ver con la noticia que luego tuvo un cambio en la redacción gracias a la presión social en las redes.

La licenciada argentina amplía su mirada analizando que existe tanto la feminidad como la masculinidad hegemónica con estereotipos corporales para ambos, que además son interseccionales. Es decir que esos mandatos están a su vez están atravesados por la clase, la etnia, la orientación sexual, la edad. ”No son los mismos parámetros de belleza a cumplir ni los roles estereotipados asignados a una mujer blanca que los que recaen sobre una mujer negra, por ejemplo, para acceder a la visibilidad en los medios. Esos estereotipos constituyen imaginarios que funcionan como imperativos del deseo y las identificaciones”, agrega Verónica.

 

 

Indumentaria

Meske observa además que existen diferencias en las exigencias en los distintos géneros, que tiene una mayor intensidad de la de la espectacularización y sexualización de la feminidad como objeto de consumo, disponible al placer visual de la mirada masculina -para la cual mayoritariamente han producido los medios sus imágenes estereotipadas-. “Sucede que la indumentaria, como disciplina y tecnología de género, configura imaginarios de género que se encuentran correlacionados binariamente con estilos corporales y motrices. Estos patrones establecen cómo deberían verse mujeres y hombres pero también cómo deben comportarse, ya que habilitan ciertos modos de comportamientos motrices y espaciales y limitan otros”.

Allí se encuentran lo femenino más asociado a lo ornamental y lo masculino simple o carente de decoraciones más enfocado en poder realizar una tarea activa, cuyo máximo exponente son los trajes de baño. Las prendas utilizadas para asistir a la playa, pileta o cualquier tipo de recreación al aire libre es de máxima practicidad y poco cambio con el correr de los años para el público masculino mientras que hay una amplia variedad de trajes cada vez más diminutos y decorados para los que además hay que “tener un cuerpo de verano” que limitan el disfrute priorizando el cómo se ven para los cuerpos femeninos.

Sin embargo, la naturalidad con que se supone que se enfrentan los hombres podría no ser tal. Al respecto, Verónica reflexiona: “Me parece que esto no debería opacar el hecho de que la masculinidad es tan tecnológica y protéstica como la feminidad, e igualmente estereotipada y regida por mandatos que recaen sobre la corporalidad. Tampoco que para las mujeres ese esfuerzo extra suele ser una exigencia real y mayor para ocupar lugares de visibilidad que los varones pueden ocupar sin ser hegemónicamente bellos”.


Redes sociales

¿Cuál es el papel que juegan las redes sociales  en la percepción de los estereotipos? Para Meske es fundamental porque resultan mucho más diversos, tomando como punto de partida el cine y la televisión, donde también ha existido una apertura a mostrar otras corporalidades- yendo más allá de los lugares, también estereotipados, del morbo o el chiste ante la “diferencia”.

Las redes tienen un impacto en la reproducción de estas imágenes, como podemos verlo cada temporada con el bombardeo de “dietas y trucos para llegar al verano” pero según la filósofa también son protagonistas del hackeo de estos estereotipos, ya que interpelan en relación a las prácticas, disciplinas y tecnologías que se naturalizan. Ya que ponen en circulación imágenes que abren la posibilidad de disfrutar y valorar en cada persona y en las demás características corporales que usualmente los estereotipos llevan a invisibilizar o castigar.

 

 

Estereotipos sobre llegar al verano

Existen diversas campañas que han buscado desarmar los estereotipos “para llegar al verano” que se encuentran en las diferentes redes sociales, muchos de ellos con una amplia adhesión de los públicos, como pudo observarse con campañas como #hermanasoltalapanza de Mujeres que no Fueron Tapa, quienes además motorizaron el cambio en el titular que refería a “trajes de baño para disimular cuerpos imperfectos”.

Para Meske es importante pensar estas iniciativas interseccionalmente, en cuáles son los públicos a los que se dirigen y los modelos y estereotipos que también promueven. Porque esa interseccionalidad opera también en los estereotipos, implica que las corporalidades disidentes respecto de las normas tengan que cumplir con otros mandatos para volverse visibles, es decir que se configuren también estereotipos de las identidades y corporalidades disidentes.

 

Agustina Cabaleiro, activista bodypositive, presentó este verano en Villa Gesell su libro ‘Te lo digo por tu bien’. (Fotos Ricardo Stinco)

 

“Las lesbianas más visibles en los medios suelen ser blancas, flacas, cumplir con un rol femenino o masculino muy claramente identificable a través de su presentación corporal. Los gays blancos de clase más alta tienen una visibilidad que no tendría nunca tendría una marica gorda de sectores populares. Cuanto más natural parezca la presentación de género de una persona trans, cuanto menos “se note” – es decir, cuanto más logrado sea su cispassing- probablemente mayor visibilidad pueda alcanzar”, reflexiona Verónica.

La becaria cree que la distribución de la visibilidad en los medios, se relaciona también con una distribución de la importancia y visibilidad social. “En la interacción social, el valor de las personas también se distribuye de acuerdo a esos estereotipos. Y los medios construyen imaginarios que nos orientan en el mundo social, a otorgar valía a ciertas características corporales. Orientan nuestro deseo y reconocimiento propio con las otras personas. Promueven deseos y aversiones que incorporamos somáticamente, en relación a características físicas propias y ajenas”, remata la especialista, por eso resulta tan importante que en las redes se encuentren referencias sobre la diversidad de cuerpos que existen sin que éste sea una limitante para disfrutar de la vida al aire libre.



Sobre Verónica Meske

Becaria doctoral de Conicet, la licenciada investiga sobre las críticas de la teoría feminista a la conceptualización del cuerpo desde los dualismos mente-cuerpo y sexo-género, y analiza las propuestas que dentro del campo han reelaborado el concepto de cuerpo vivido -proveniente de la tradición filosófica fenomenológica- como estrategia de superación de estos dualismos.

Desde esa arista Meske aborda cómo las teóricas feministas han desarrollado esta orientación y perspectiva para analizar cómo el género o la diferencia sexual se organizan en la experiencia social, concebida principalmente como experiencia corporal. Es decir se produce la “diferencia sexual” en la inter-corporalidad, definiendo estilos de comportamiento corporal típicamente femeninos y masculinos, de movimiento y relación con el espacio, los objetos, otras personas, que se encarna a través del hábito y que orientan la acción.

 

Verónica Meske, becaria doctoral de Conicet.

 

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