Rodrigo Janot, fiscal general de la República, convirtió a Michel Temer en el primer presidente de la historia de Brasil denunciado formalmente por cometer crímenes de corrupción. Ahora, el Congreso de la nación deberá votar si aparta a Temer del cargo durante seis meses.
El proceso abierto por Janot no equivale exactamente a un impeachment, pero en la práctica coloca a Temer en una situación muy similar. La denuncia tiene que ser avalada por al menos dos tercios del Congreso y su aceptación dejaría al país sin presidente de forma temporal.
Temer se encuentra en una circunstancia parecida a la de Rousseff, de la que fue vicepresidente y contra la que maniobró el pasado año para derribarla. Aunque, a diferencia de su antecesora, tiene más posibilidades de salir airoso del Congreso, donde una parte importante de los parlamentarios -y la inmensa mayoría de los partidos- está enfangado también en graves acusaciones de corrupción.
La denuncia contra el presidente viene acompañada de demoledores informes del propio fiscal y de la policía federal. Janot acusa a Temer de corrupción pasiva porque, basándose en la confesión pactada del dueño del conglomeradoro cárnico JBS, Joesley Batista, y en las posteriores comprobaciones policiales, concluye que el presidente pactó con el empresario el cobro de sobornos a cambio de favores del Gobierno. Y todo eso, el pasado marzo, cuando el país asistía atónito a otra confesión, la de los directivos de la constructora Odebrecht, que detallaron una gigantesca red que habría corrompido a muchas áreas de la clase política de varios países sudamericanos.
En su primera declaración luego de la denuncia, el presidente acusó al ministerio público de actuar por razones políticas e incluso ha deslizado contra él insinuaciones de corrupción. «Quieren parar el Congreso, parar el país. Esto es un atentado contra nuestro país», expresó Temer en respuesta a la determinación del fiscal Janot. Las declaraciones concluyeron con un aviso: «No voy a pemitir que se cuestionen mi honor ni mi dignidad. No huiré de las batallas».