El 2026 será el año de las reformas estructurales: la letra chica detrás del alivio fiscal y los riesgos de la “financiarización” del retiro

Si la dinámica económica reciente ha estado marcada por la urgencia de la coyuntura, todo indica que el gobierno apunta a convertir el 2026 en el año de las reformas estructurales, entre ellas la fiscal y la laboral. A diferencia de intentos pasados, donde la oposición fracasó por no lograr los acuerdos necesarios, la administración actual parece decidida a avanzar con una ventaja estratégica: no necesita construir grandes consensos porque sus medidas no afectan intereses poderosos.

Al no confrontar con los sectores concentrados del capital, el camino legislativo y político se presenta en 2026 mucho más despejado para avanzar sobre dos ejes fundamentales de las citadas reformas: la de “alivio” fiscal y la laboral. Sin embargo, detrás de los anuncios de modernización, se esconde una “letra chica” que merece un análisis detallado.

 

 

Impuesto a las ganancias: del “alivio” al síndrome de Homero Simpson

Desde el Ministerio de Economía de la Nación han comenzado a instalar la idea de un impuesto a las ganancias más “amigable”, centrado en la capacidad de realizar deducciones masivas. El discurso oficial promete que el contribuyente podrá deducir casi todo: “desde la cuota de una hipoteca hasta una simple cafetera”.

Esta lógica nos remite inevitablemente al sistema estadounidense, tantas veces retratado en la cultura popular. Nos recuerda a esas escenas de Los Simpsons donde Homero llega a fin de año desesperado, con cajas llenas de facturas arrugadas y tickets de compras menores, intentando armar su declaración jurada. ¿Estaremos importando esa burocracia doméstica?

Sin embargo, esta promesa de “deducir todo” funciona como el contrapeso de una medida mucho más drástica: la ampliación de la base de tributación. La estrategia oficial contempla dos movimientos simultáneos:

  1. Bajar el piso no imponible, haciendo que salarios más bajos comiencen a tributar.
  2. La posible eliminación del monotributo, lo que empujaría a miles de trabajadores independientes al régimen de responsable inscripto (autónomos), obligándolos a pagar ganancias desde el primer peso facturado.

Aquí surge una nueva brecha de desigualdad: el acceso al asesoramiento. Un sistema tributario y de ahorro complejo implica que, al final del día, la capacidad de ahorro, la planificación de la jubilación y la eficiencia fiscal dependerán de poder pagar a un contador o un asesor financiero. Quienes no tengan el acceso o los recursos para estos profesionales, terminarán pagando más impuestos y ahorrando peor, restringiendo los beneficios del sistema a un sector específico.

 

 

El objetivo oculto: la financiarización de los ingresos y sus fantasmas

El segundo pilar para el 2026 son las reformas laborales y el fondo de cese, que busca reemplazar la indemnización por una capitalización mensual y, al igual que con los incentivos para aportar a fondos de retiro privados en la reforma fiscal, el objetivo ulterior es claro: el desarrollo del mercado de capitales.

El gobierno busca canalizar el flujo de dinero de los trabajadores hacia fondos de inversión, inyectando liquidez y volumen a la bolsa local.

 

La ilusión de la deuda que baja, el FMI y su rigidez y el giro para blindar reservas

 

Un interrogante final sobre nuestro futuro

Esto abre una pregunta inquietante para la conclusión. Es cierto que, en las últimas décadas, las inversiones financieras – especialmente en acciones – han demostrado ser redituables en el largo plazo. Sin embargo, este esquema también despierta viejos fantasmas (y no tan viejos).

La historia reciente está llena de crisis financieras internacionales que pulverizaron en días los retiros y ahorros de familias enteras que estaban expuestos al riesgo bursátil. Al empujar el ahorro de los trabajadores hacia el mercado financiero, se transfieren riesgos globales al bolsillo del asalariado.

En este nuevo escenario que se avecina, se vuelve crítica la figura del asesor profesional. Ya no alcanzará con “guardar plata”; será imperativo contar con un asesoramiento ético, enfocado no solo en cobrar una comisión por suscripción o administración, sino en cuidar genuinamente el rendimiento y el perfil de riesgo de cada familia. Porque en el año de las reformas, el error de cálculo individual se pagará con el bienestar futuro.

 

 

Sobre Nicolás Núñez

Economista de la UBA, Nicolás Nuñez tiene una Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella. Es además investigador en el Centro de Investigación de Economía Nacional (CIEN). Analista macro-financiero. Director durante 2022 nombrado por ANSES en cinco de las principales empresas argentinas. Profesor de mercado de capitales en la UBA y en la Universidad de Lanús. Actualmente cursa en la Universidad de San Martín un doctorado en relaciones internacionales.




 

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