En un contexto de crisis para el sector editorial, Ediciones Bonaerenses propone un modelo público que defiende el libro como bien común y garantiza el derecho a la lectura, articulando identidad, acceso y política cultural desde la provincia de Buenos Aires.
En Argentina, el sector editorial atraviesa una coyuntura crítica. La producción de libros cayó un 24% y las ventas en librerías, un 40%. La tirada promedio se redujo de 2.900 ejemplares a 1.700. Además, el precio del papel duplicó la inflación, encareciendo los costos y profundizando la crisis de una industria central para la cultura.
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En ese contexto adverso, existe un proyecto que va a contramano: Ediciones Bonaerenses, una editorial estatal creada el 18 de mayo de 2020. Su apuesta es clara: concebir al libro como un bien público y garantizar el derecho a la lectura. A través de su catálogo, busca tender puentes entre el pasado y el presente, entre la tradición y las nuevas expresiones culturales de la provincia de Buenos Aires.
La propuesta no se limita a publicar libros. También articula con otras políticas públicas y busca reflejar la complejidad de las identidades bonaerenses. “Entre los propósitos de la editorial está la idea de construir un diálogo entre el presente y el pasado apelando a la identidad de un territorio, con las complejidades que eso conlleva”, explica su director editorial, el sociólogo y ensayista Guillermo Korn.
Según Korn, no se parte de una identidad cerrada, sino de una cantera rica y diversa donde conviven múltiples lenguajes y sensibilidades. En ese marco, la editorial promueve el trabajo de narradores, poetas, historiadores, ensayistas, fotógrafos e ilustradores de la provincia.
‘Aguafuertes bonaerenses’, de Roberto Arlt, uno de los títulos de Ediciones Bonaerenses.
Identidad y acceso a través de una propuesta pública
El catálogo de Ediciones Bonaerenses es amplio, plural y democrático. Permite a los lectores acercarse tanto a autores actuales como a obras de otras épocas, que aún conmueven por su originalidad, su propuesta estética o su valor testimonial.
En él conviven figuras como Marcelo Luis Vernet, Roberto Arlt, Sonia Budassi, Natalia Molina, Haroldo Conti, Lorena Curruhinca, Leopoldo Brizuela, Claudio Panella, Julieta Novelli, Juan José Becerra, Eva Murari, Manuel Puig, Antonio Berni, Tomás Calandroni y Luis Benedit, entre muchos otros y otras.
La editorial cuenta con ocho colecciones que recorren temas y géneros diversos: Territorios e identidades, Rescates, Obras y Documentos, Nuevas Narrativas, Espejos y Ventanas, Donde hay una necesidad y Clásicos Bonaerenses. Ficción, ensayo, poesía, investigación, crónica y rescates históricos se imprimen en la Imprenta Oficial del Estado Bonaerense, dando forma a un proyecto editorial integral.
“Cada libro se piensa como una pieza singular dentro de ese rompecabezas siempre incompleto que significa componer un catálogo”, sostiene Korn. Las ediciones se diseñan con criterio estético y político: muchas portadas llevan obras del patrimonio provincial, ilustraciones originales o fotografías de archivo. Así se construye una colección que articula historia, arte, nuevas voces y ecos antiguos.
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Títulos recientes, nuevas voces y experiencias compartidas
Entre los títulos más recientes se destacan En la planicie, con textos de Marcelo Díaz, Fernanda Mugica y Arturo Carrera, surgido de una convocatoria impulsada por Ana Porrúa; Diego de Fiorito, un libro de cuentos y crónicas centrado en los inicios de Maradona; y Menú Bonaerense, que recorre la identidad provincial a través de 68 recetas seleccionadas por el cocinero Juan Braceli.
Próximamente se publicará la novela ganadora del Premio Hebe Uhart, Las visiones venenosas, de Fermín Eloy Acosta, junto a la antología poética Sobre el renglón de la pampa, que reúne voces del noroeste bonaerense.
Este modelo no es una rareza aislada. Tiene antecedentes en experiencias emblemáticas como el Fondo de Cultura Económica en México, la editorial Quimantú en Chile, Eudeba, la editorial municipal de Rosario o la de la Biblioteca Nacional en Argentina. Todas comparten un principio común: entender al libro como un derecho, no como un lujo.
Multiplicar lectores, no competir
En este sentido, Korn subraya que la existencia de un sello estatal no compite con los proyectos independientes, sino que los complementa. “Publicar a Brizuela en distintas editoriales al mismo tiempo no divide lectores, sino que multiplica las oportunidades de lectura. Hemos realizado coediciones con sellos de la provincia que permitieron ampliar la circulación”, explica.
Mientras el mercado editorial se achica, Ediciones Bonaerenses abre nuevas posibilidades. No persigue rentabilidad económica ni responde a una lógica de consumo. Su premisa es otra: defender el acceso al libro como derecho, como bien público y como herramienta de construcción colectiva. En su sitio web, los libros están disponibles para su descarga gratuita en formato digital o pueden adquirirse desde su tienda virtual.