El cacao abrió la puerta de la vida en muchas comunidades del mundo. Desde su lugar de origen, en la cuenca amazónica, hasta el sur de México, República Dominicana, Guatemala, Panamá o el resto de Centroamérica y Sudamérica, todos vuelven la vista hacia un fruto que estuvo ahí miles de años antes de la llegada del café y pocos tuvieron en cuenta.
Con la 23º edición de la Fiesta Provincial del Chocolate Artesanal en pleno desarrollo este fin de semana, Villa Gesell no solo revive siglos de historia, también refleja muchas realidades contemporáneas, en torno a cientos de personas dedicadas al cultivo de cacao y a la producción de su consecuencia más gloriosa, el chocolate.
Decenas de productores llegados desde distintas regiones de la provincia buscan en la Chocogesell que el valor añadido que siempre proporciona un producto artesanal, se quede en sus puestos, en respaldo de sus pequeñas industrias chocolateras.
Luego de la primera jornada de este sábado, en la que el clima no acompañó en lo absoluto, la fiesta convocó a muchas personas durante el domingo, en la antesala de lo que será el cierre del encuentro pautado para este lunes feriado.
El crecimiento del cacao en Latinoamérica es resonante, muchas personas lo han redescubierto en la región y eso abre el camino en el sector, algo que en definitiva es lo que nos acerca al chocolate cada día, en un contexto de demanda que no para de crecer.
Esa ampliación del mercado ha sido tal que algunos especialistas estiman que en 2020, habrá un déficit productivo de chocolate en el mundo en torno a las 150.000 toneladas.
El fervor que demuestran los nuevos mercados asiáticos y el crecimiento social de América Latina trazan nuevas reglas del juego. Se estima que el sector mueve en el mundo cifras cercanas a los 100.000 millones de dólares anuales.
La batalla sobre el volumen de producción de cacao se disputa en África y Asia, lejos de la región amazónica, donde el cacao se hace fuerte en calidad.
El cacao ecuatoriano, por ejemplo, apenas cubre el 4% de la producción mundial comparada con el 38% de la generada por Costa de Marfil. Sucede que la naturaleza de sus frutos, sitúa a Latinoamérica como el mayor productor mundial de cacao de calidad. Y esa demanda crece alrededor de un 2,5% por año.