Según las cifras difundidas este miércoles por la oficina estadística nacional, la economía de Argentina retrocedió en 2018 un 2,6%.
De acuerdo a las previsiones oficiales, de analistas financieros y hasta organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial, Argentina debía crecer el año pasado al menos un 3%, pero cerró su balance con una cifra similar, en negativo.
El 2018 había empezado bien para Argentina, con una suba de la actividad económica en el primer trimestre de 3,5%. Sin embargo, todo cambió desde abril, cuando el contexto internacional viró abruptamente. Endeudado en dólares para sostener un déficit en cuenta corriente de 5%, el país no pudo parar la salida de capitales y el fin del crédito barato que golpeó a todos los mercados emergentes tras la subida de los tipos de interés en Estados Unidos.
Argentina mostró entonces toda su vulnerabilidad, una vez más. De aquellas previsiones de crecimiento e inflación controlada, cerró el año con todos sus números en rojo.
Para contrarrestar la deprecación del peso y contener la inflación, en tanto, el gobierno llevó las tasas de interés por encima del 50% y secó el mercado de pesos. El resultado fue un escenario recesivo que ha golpeado con dureza sobre todo a la industria. Según el Indec, la actividad industrial cayó 5% en 2018 y 14,7% en diciembre, el mayor derrumbe interanual en tres años de gestión macrista.
En el camino quedó la mitad del valor de su moneda, una inflación cercana al 50% y una deuda externa en dólares que pasó en menos de un año de representar el 40% del PIB a más del 80%, según datos de la Cepal.