¿Cómo administrar la masividad en las vacaciones pos pandemia?

Según la Organización Mundial del Turismo, los viajes a nivel mundial acumulan una caída de entre el 30 y 40 por ciento y las ciudades de la Argentina no son la excepción. Teniendo en cuenta que el mes de marzo es el que presenta movilidad más intensa de los adultos mayores, el impacto en la actividad turística fue notorio debido a todas las disposiciones y restricciones que acapararon el ámbito nacional con la campaña #QuedateEnCasa.

Además de esa población más vulnerable al Covid-19 que es la mayor de 65 años, el aislamiento social terminó de desarticular anticipadamente la actividad turística en todas las ciudades costeras, siendo que los registros de enero y febrero habían tenido un nivel de ocupación muy superior a los años anteriores.

Felipe García, becario doctoral del Conicet, Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional de Mar del Plata y Magister en Comunicación y Cultura por la Universidad de Buenos Aires, trabaja en temáticas relacionadas con la sociología del turismo desde el Grupo de Investigación de Historia y Memoria (UNMdP) y particularmente en la puesta en valor de Mar del Plata como destino entre los años 2004 y 2013.

 

 

Turismo por proximidad

El especialista piensa que deberán hacerse múltiples adecuaciones en las actividades turísticas de cara a una nueva normalidad, y como muchos científicos y pensadores en la materia, considera que la principal salida para la actividad va a ser lo que se denomina “turismo por proximidad”.

En esa modalidad se intenta acortar las distancias, enfatizar en los tejidos regionales y nacionales, como una de las principales actividades para reactivar económicamente el sector turístico pos-pandemia.

 

 

“Sin embargo, pensar en estos términos nos pone frente a la posibilidad de acaparar nociones que venían siendo postergadas en la conducción central de la actividad y que hoy se ponen en discusión” aclara García.

“Una de ellas, es la necesidad de forjar un turismo sostenible y sustentable incluyendo factores medioambientales, pero a su vez forjando políticas inclusivas que logren modificar las prácticas de exclusividad de utilización de los espacios. Esta paradoja al movimiento nos pone frente a nuevos retos en relación a cómo administrar la masividad y las interacciones sociales en marcos de protocolos sanitarios de prevención del contagio”, detalla el investigador.

 

 

Estacionalidad

En esa línea, García entiende que “quizás sea hora de romper con la estacionalidad de las locaciones permitiendo adaptar los flujos turísticos a una circulación reducida, administrada y promovida por el sector estatal”.

Para ello, explica, “se requerirá de una reconstrucción -y por qué no, reinvención- de las matrices turísticas amoldadas a una integración de las expectativas del turista, en un nuevo y reconfigurado vínculo con los otros y la naturaleza”.

Según el becario del Conicet, “estas reconfiguraciones se vuelven ineludibles, ya que el transporte y la movilidad tenderán a ser paulatinamente más ecológicas; los alojamientos menos confinados y más cercanos al entorno natural, y las actividades más próximas a las culturas regionales sin prescindir de los protocolos sanitarios competentes”.

Turismo interno

En algunos países ya se estimula el turismo interno con bonificaciones en hospedajes o parte de los traslados, o extendiendo el fin de semana a tres días, y según García, este tipo de acciones son perfectamente aplicables en Argentina. De hecho algunos destinos ya lo han hecho.

“La estimulación de turismo interno puede estar dotada de bonificaciones en los hospedajes, o diversas estrategias políticas de acceso al turismo. Ya en los años cincuenta se contemplaba, bajo el turismo social, la inserción del Estado en la propulsión del turismo; por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, con el slogan Usted se paga el pasaje, la provincia el hospedaje se promovió la visita a muchos municipios de la costa atlántica”, recordó el investigador.

No obstante, -explica García- “muchos científicos sociales, tanto del plano nacional como internacional, han hecho hincapié en que la estimulación del turismo interno no radica meramente en políticas de promoción y reactivación comercial; sino más bien, en abordar crítica e integralmente la movilidad”.

 

 

Movilidades y concentración

Como sugiere otra especialisa de la UNMdP, Melina Piglia, actualmente las movilidades son pensadas como “prácticas sociales con sentido” que expresan estructuras culturales y políticas; permitiendo contemplar cómo los cambios en las normativas, infraestructuras o tecnologías produjeron nuevas subjetividades móviles.

“Esto nos lleva a indagar la peligrosa analogía que supone la pandemia entre inmovilidad y salud, brindándonos nuevas concepciones de proximidad y distancia. Estas severas interrupciones a la movilidad urbana contemporánea, requieren de actores que logísticamente permiten la inmovilidad de la mayoría y repercuten no exclusivamente en el transitar sino en el habitar de la ciudad” describe García.

En ese sentido, el investigador argentino ahondó: “Por ello, me atrevería a decir, que la pandemia irrumpió como una problemática que desató –y evidenció una vez más- múltiples desbarajustes urbanos. Entre ellos, la constitutiva centralización urbana, administrativa, política y socio-productiva de las metrópolis (en nuestro caso, Buenos Aires) y sus consecuentes discursos anti-urbanos de las clases medias metropolitanas. Problemáticas que si bien exceden los marcos de la actividad turística, están intensamente vinculados con nuevas maneras de pensar, concebir y habitar la ciudad”, reflexiona.

Historia

García explica que a lo largo de la historia y desde aquel viaje inicial de Thomas Cook de 1841 -que se toma como el nacimiento del turismo-, la actividad ha sufrido incontables vaivenes que contemplan guerras, catástrofes naturales y contingencias que afectan a nivel global.

Por ello, independientemente que desde diversos actores en cuestión se intenta remarcar la capacidad de resiliencia del sector -que en consonancia con el accionar gubernamental intentará reactivar la economía-, resulta ineludible preguntarse si esto no arrastra un cambio estructural en nuestro acceso a los bienes y servicios.

 

 

“Este parate debería servir para tomar conciencia y para pensar un futuro distinto en el que se anclen nuevas nociones del turismo y ocio creativo de índole inclusivo, con una ética turística que tenga en cuenta la alteridad y el medio ambiente, y que sobre todo, se preocupe por un diseño y acceso a los recursos -siempre escasos y poco durables- más equitativo y solidario”, sostiene García.

“Es hora de que estas consignas sean acaparadas por la centralidad dirigente del turismo masivo y que, dotando de creatividad a nuestras regiones, puedan acercar –como diría Richard Sennett- más cultura artesanal a la estandarización turística”, agrega el investigador.

Para concluir, el becario del Conicet insistió en que hay que poner el foco en aprovechar el porvenir: “Esta chance de enfatizar en la proximidad y en el intercambio entre conciudadanos, lo veo como una oportunidad para repensar no sólo el ámbito turístico, sino también nuestro aparato productivo, nuestra dicotomía trabajo-ocio y nuestras múltiples visiones de futuro ante una importante precarización laboral que quedará como legado de este presente pandémico”.

 

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