Trump da marcha atrás en el proceso de apertura con Cuba
El presidente de Estados Unidos ordenó limitar los viajes a la isla y prohibir el flujo comercial con el país caribeño. “Ha nacido una nueva política. Doy por cancelado el acuerdo de Obama. No apoyaremos al monopolio militar que oprime a los cubanos”, clamó Trump en un mensaje de la línea dura auspiciada por el anticastrismo.
Pese a la grandilocuencia de su discurso, la marcha atrás no es total. Algunas medidas permanecen. No se cierra la Embajada de La Habana, no se prohíben los vuelos comerciales ni los cruceros y tampoco se restituye la política que permitía a los cubanos entrar sin visa en Estados Unidos.
De todos modos, cualquier avance bilateral de ahora en más quedará supeditado a la aprobación ideológica de Washington. “Sabemos lo que pasa ahí y no lo olvidamos. Cuba debe legalizar los partidos, permitir elecciones supervisadas, liberar los presos y entregar a los fugitivos. Mientras no haya libertad, habrá restricciones”, dijo Trump en el simbólico teatro Manuel Artime de la Pequeña Habana, nombrado en honor de uno de los líderes de la Brigada 2506 que desembarcó en Bahía de Cochinos para tratar de derrocar a Fidel, fallecido en noviembre pasado.
Uno de los grandes retrocesos lo experimentarán los viajes a la isla. Aunque el turismo seguía prohibido con Obama, los desplazamientos se dispararon gracias a la creación de 12 categorías de viaje, que incluían desde visitas familiares a proyectos humanitarios y actividades culturales. La laxitud administrativa en su justificación, que básicamente dependía del viajero, ha permitido que casi cualquier estadounidense pudiese visitar Cuba. El resultado ha sido fulgurante. Sólo en los cinco primeros meses de este año, 285.000 ciudadanos norteamericanos viajaron a la isla, tantos como en todo 2016.
Con el fin de congelar esta floreciente actividad, Trump va a exigir un mayor control administrativo de cada viaje y se dispone a estrangular una de las modalidades más extendidas, la denominada “persona a persona”, que permite desplazarse a Cuba fuera de grupos organizados alegando motivos educacionales.
“Cuando los cubanos den pasos concretos, estaremos listos para volver a negociar un acuerdo”, afirmó el presidente, en su endurecimiento bilateral, con más retórica agresiva y beligerancia diplomática en la ONU.