Baño de realidad: de la bicicleta a la calesita financiera
Bajo el título de “Fase de re-monetización”, la autoridad monetaria ha delineado una hoja de ruta que, tras el velo de los tecnicismos, revela un “baño de realidad”: el abandono de las proyecciones más optimistas de apreciación cambiaria y la adopción de mecanismos que fueron criticados. Es que a través de un extenso comunicado difundido este lunes, el BCRA oficializó el inicio de una nueva etapa del programa económico.
El anuncio se estructura sobre tres pilares que modifican sustancialmente las reglas de juego para 2026: la indexación del tipo de cambio, un ambicioso programa de compra de reservas y una renovada ingeniería financiera para la deuda del Tesoro.

El fin del dólar quieto: indexación e inercia
El cambio más significativo es el abandono de las bandas cambiarias rígidas. A partir del 2026, el BCRA implementará un régimen de flotación donde el techo y el piso de la banda se ajustarán mensualmente. El dato clave es el ritmo de este ajuste: a diferencia del 1% que funcionaba desde hace meses, evolucionará según el último dato de inflación mensual informado por el INDEC.
Esta decisión implica el reconocimiento oficial de que la inflación, que cerró noviembre de 2025 en un 31,4% anual, no convergerá a cero en el corto plazo. Al atar el dólar a la inflación pasada, el Gobierno busca evitar el atraso cambiario. Pero al costo de potenciar la inercia inflacionaria, convalidando un piso de aumentos para los meses subsiguientes.
Dólar: desde 2026 la banda de flotación cambiaria evolucionará según la inflación
Reservas: el desafío matemático de la “lluvia de dólares”
El segundo eje es la acumulación de reservas, una demanda sostenida por el FMI y el mercado. El BCRA anunció un escenario base donde prevé comprar USD 10.000 millones para abastecer la demanda de dinero (llevando la base monetaria al 4,8% del PBI). En un escenario de mayor demanda de pesos, las compras podrían extenderse hasta los USD 17.000 millones.
Sin embargo, la viabilidad de este objetivo choca con una restricción autoimpuesta: para no afectar la estabilidad del mercado, el BCRA limitará su participación diaria a un máximo del 5% del volumen operado.
Aquí es donde las matemáticas del plan presentan su mayor inconsistencia. Para lograr acumular entre USD 10.000 y USD 17.000 millones respetando el tope del 5%, el mercado cambiario argentino debería mover un volumen anual de entre USD 200.000 y USD 340.000 millones en 2026. Estas cifras, que implicarían niveles récord históricos, contrastan con la sequía actual de dólares y con el registro histórico, obligando al Gobierno a depender de un optimismo de mercado extremo.
De la bicicleta a la calesita financiera
Finalmente, el comunicado ratifica una compleja ingeniería monetaria entre el BCRA y el Tesoro. Se establece que el Tesoro accederá al mercado para refinanciar sus vencimientos en moneda extranjera, permitiendo que las compras de reservas se acumulen en el balance del BCRA.
Esto consolida un esquema de «calesita financiera»:
- El BCRA emite pesos para comprar reservas en el mercado (bajo el argumento de re-monetización).
- El Tesoro se endeuda en pesos colocando títulos a tasas reales positivas para captar esa liquidez.
- Con esos pesos, el Tesoro le compra las reservas al BCRA para pagar deuda externa.
Esta dinámica, que termina con el BCRA asistiendo indirectamente al gobierno y emitiendo para comprar divisas, representa un pragmatismo que se aleja de la ortodoxia inicial del programa.
En conclusión, el Gobierno inicia 2026 con un plan más realista, asumiendo la necesidad de blindar las reservas y evitar el atraso cambiario. No obstante, la estrategia descansa sobre supuestos de volumen de mercado tan exigentes que podrían forzar nuevas correcciones si la “lluvia de dólares” esperada no se materializa. Y con el riesgo de generar una inercia inflacionaria que no termine de romper con la inflación del 2%.
Sobre Nicolás Núñez
Economista de la UBA, Nicolás Nuñez tiene una Maestría en Finanzas de la Universidad Di Tella. Es además investigador en el Centro de Investigación de Economía Nacional (CIEN). Analista macro-financiero. Director durante 2022 nombrado por ANSES en cinco de las principales empresas argentinas. Profesor de mercado de capitales en la UBA y en la Universidad de Lanús. Actualmente cursa en la Universidad de San Martín un doctorado en relaciones internacionales.

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