Aunque de forma intuitiva podríamos decir que si nos sirven más comida comemos más, para saber si es un problema a abordar hay que analizar datos científicos.
Una revisión del año 2015 encontró que las personas consumen más alimentos y bebidas si se les ofrece en raciones más grandes. Ese mismo mecanismo también afecta al comportamiento alimentario y el peso de los niños.
Por lo tanto, reducir el tamaño de las raciones tiene un impacto en el mismo sentido en el peso corporal. Una investigación publicada en American Journal of Clinical Nutrition y divulgada por el diario El País de España encontró que, al servir porciones más pequeñas, cambia a la baja la percepción sobre lo que constituye una “ración normal de comida” y, posteriormente, cuando se ofrece comida libremente, se reduce la cantidad ingerida. Es decir, se ajusta el nuevo criterio a las necesidades propias.
La situación se agrava y los índices de obesidad crecen en muchas partes del mundo ya que se vive en un contexto que promueve la ingesta de alimentos insanos y no facilita la práctica de actividad física.
Existen estrategias planificadas para alterar las decisiones políticas, o diseñar agresivas campañas publicitarias que colocan a los alimentos insanos como la primera opción. Según muchos especialistas, han llevado a interpretar que “comer bien” y “comer mucho” son sinónimos.
Las empresas han sabido aprovechar esa situación para utilizar las cantidades: se encuentran constantemente llamativas ofertas de dos por uno, snacks en paquetes de tamaño familiar, 50% más de producto al mismo precio.
Si comiésemos solo para satisfacer la necesidad fisiológica de obtener nutrientes y energía para cubrir nuestros requerimientos, es probable que el tamaño de la ración no tuviera impacto sobre la cantidad de alimento ingerido. Comeríamos lo necesario y pararíamos cuando no necesitásemos más.
Es importante recordar que la cantidad de comida que se sirve un adulto condiciona también las raciones que se consideran adecuadas para los niños. Por tal motivo se aconseja respetar su apetito. No forzar a comer lo que se considera “normal” porque, como queda ejemplificado en los adultos, probablemente no lo sea.
Una guía
La British Nutrition Foundation (una entidad en la que participan académicos, educadores, comunicadores y la industria alimentaria) ha publicado una guía para orientar a la población sobre el tamaño adecuado que deben tener.
Usando las manos como unidad de medida, adaptan las recomendaciones de ingesta de cada alimento. Una ración de queso serán dos pulgares. Una ración de pasta, lo que nos quepa al juntar las manos como si fueran un cuenco. Visual, sencillo y personalizado (el tamaño de las manos es acorde al tamaño corporal, lo que -entre otros factores- condiciona los requerimientos).
No es el primer manual que traduce las guías alimentarias a porciones caseras y, de hecho, muchas guías clásicas incorporan esta información.