Obama cedió el control en Internet para los registros de dominio
El saliente presidente estadounidense se transformó en el mandatario que aprobó la pautada cesión del control de los DNS (sistemas de nombres de dominio) desde el Estado norteamericano, a la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN).
A partir de este 1 de octubre, una jornada programada desde hace algunos años por las autoridades, ICANN continuará su camino sin influencia gubernamental estadounidense en el control de las direcciones web, actuando de forma privada como una entidad, en apariencia, sin ánimo de lucro a nivel internacional.
Este tema lleva largo tiempo desatando polémicas, ya que en la práctica supone para los Estados Unidos una renuncia al control sobre parte de Internet. En su momento, se sugirió que la ONU, a través de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, fuera la responsable última de gestionar este importante sistema global.
En Estados Unidos, algunos políticos como el republicano Ted Cruz llegaron a plantear una propuesta de ley para “evitar que la administración Obama regale Internet a una organización global que permitiría a 160 países tener más influencia en la gestión y operación de Internet”.
Hasta Donald Trump dijo que la transición “supondría ceder el control de Internet a las Naciones Unidas y la comunidad Internacional”.
De inmediato, desde el actual gobierno demócrata respondieron: “Los Estados Unidos no controlan Internet. Nunca lo han hecho. La transición protege a la red de los controles autoritarios”, según consignó el diario El País de España.
En ese mismo periódico ibérico, respecto al debate, se reprodujeron las declaraciones de Tim Berners-Lee, co-inventor de la web, quien recordó que el DNS cuya gestión se está cediendo “no es nada más que un catálogo: no es algo que controle el contenido cuando se llega a una web. Ya hay países en los que por otros medios se censura qué páginas se pueden ver o cuáles no, sin que tenga que intervenir la ICANN”, razonó.
La decisión de Obama de abandonar la supervisión de la estructura del ciberespacio, llega años después de la intensificación de los escándalos de espionaje por parte de las agencias de inteligencia norteamericanas.