Palmeras y baobabs crecían en la Antártida hace más de 50 millones de años

Una investigación publicada en la revista Scientific Reports aportó novedosas pruebas para determinar que hace más de 50 millones de años, los baobabs y las palmeras crecían en lo que actualmente es la Antártida.

A partir del hallazgo de muestras de polen en testigos de sedimento los investigadores pudieron confirmar que cuando el llamado continente blanco estaba unido a Sudamérica y a Oceanía, las corrientes cálidas bañaban su plataforma y permitían la existencia de árboles tropicales.

 

 

El trabajo, que ahora se completará con una nueva expedición a partir de la obtención de datos geofísicos, utilizó como indicador climático y geológico el citado testigo de sedimento que incluye capas del mineral conocido como glauconita (o glauconia).

Se trata de una arcilla verdosa que principalmente se forma en entornos marinos de una profundidad inferior a los 500 metros, con poca tasa de sedimentación, a temperaturas por debajo de los 15 grados y en aguas ni muy oxigenadas ni muy reductoras.

Para su estudio se han analizado las características minerales, geoquímicas y de sedimentación de los granos de glauconia obtenidas del pozo de perforación ODP696 del Programa de Perforación Internacional.

La arcilla en este trabajo es un testigo mudo del momento previo a la separación de un bloque continental (conocido como el Microcontinente de las Orcadas del Sur) de la Península Antártica hace 35.5 millones de años, pieza clave para entender mejor la apertura del Paso de Drake, permitiendo la libre transferencia de masas de agua entre los océanos Pacifico y Atlántico.

Ese nuevo flujo de masas de agua, conocido como Corriente Circumpolar Antárctica (CCA), es uno de los elementos determinantes del clima actual al condicionar la distribución del calor en la Tierra, nutrientes, sal y carbono, así como el intercambio de los gases entre los océanos y la atmósfera.

En el peor de los escenarios previstos por el cambio climático, todo este equilibrio cambiará. La previsión es que se fortalezcan los vientos del oeste en el hemisferio sur y desplace la CCA. Los datos obtenidos por satélite ya han detectado que el hielo basal (el situado en la base de las capas heladas) se funde más que el superficial.

 

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