Un octubre sin Villa Gesell: la crisis del coronavirus silenció la fiesta más pura

Suspendidas todas las celebraciones populares entre marzo y octubre por el coronavirus, la Fiesta de la Diversidad Cultural de Villa Gesell, que durante este fin de semana largo tenía programado celebrar su edición número 40, ha sido uno de los eventos de mayor convocatoria en el país que más ha sufrido el impacto de la pandemia.

La previa del verano casi siempre llega por partida doble a Villa Gesell. Cada 12 de octubre, desde hace cuatro décadas, los trabajadores reciben la gratificación de las visitas turísticas y la ciudad celebra su gran fiesta con la recepción de miles de personas que tienen en ella un pasado, un pariente o una casa.

Se sale en procesión, se viven momentos de alegría en carros de feria y se desfila con la cara verde, roja o de cualquier otro color, para bailar y escuchar canciones en barrios que quedan inundados de varios tópicos, este año, contemplados desde la nostalgia.

 

 

Sin los permisos para realizar actuaciones o actividades al aire libre, menos aún en recintos cerrados, ni ninguna de aquellas actividades en las que no sea posible controlar el acceso y las medidas de higiene y distanciamiento social, el nuevo virus ha generado una debacle económica sin precedentes en todo el mundo.

La crisis generada por la enfermedad ha dejado a miles de ciudades del planeta sin ninguna fiesta popular desde hace seis meses. El calendario de cancelaciones se sucedió sin freno por múltiples regiones y al llegar el mes de octubre le tocó el turno a la fiesta más representativa de Villa Gesell.

La pandemia significa también la ruina para orquestas, bandas y grupos de música que, nómades, recorrían estos tiempos los diferentes destinos festivos.

 

 

Sin el ambiente de festejo que suele acompañar a esta celebración, desde la municipalidad diseñaron un recordatorio virtual de la icónica fiesta en un video con diferentes momentos vividos a lo largo de las ediciones y la participación de las instituciones y vecinos que forman parte del evento.

El intendente Gustavo Barrera afirmó en reiteradas oportunidades ser consciente del papel fundamental que juegan las fiestas en la economía de los geselinos en época de temporada baja, pero siempre se mostró en línea con lo dictaminado por las autoridades provinciales y nacionales y eligió no poner en riesgo la salud de la población, dando por canceladas todas las fiestas del año y sin dar permiso de ingreso a los turistas desde el otoño pasado.

La fiesta que permitía a empresarios de la zona hacer contrataciones extras, sumar servicios y generar un movimiento de ingreso de finanzas, experimenta uno de sus años más difíciles: el de no tener la posibilidad de recibir visitantes ni salir a las calles. La crisis ha obligado a decir adiós también a la tradicional gastronomía de la fiesta, la Gran Paella de la Amistad, uno de los puntos fuertes del evento.

 

 

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