Importadores argentinos en alerta por una nueva ley china de comercio exterior
Una nueva normativa del gobierno de China que entrará en vigor el 1 de octubre podría generar un caos en los importadores argentinos y provocar graves pérdidas económicas a empresas del comercio exterior que no tomen los recaudos necesarios. La regulación STA N° 17/2025 prohibirá definitivamente la práctica de compra y exportación, un mecanismo ampliamente utilizado que permitía a proveedores sin licencia propia exportar a través de terceros.
El cambio normativo establece que solo las empresas chinas que cuenten con una licencia de exportación propia y válida podrán despachar productos al exterior.
En consecuencia, según estimaciones de la empresa especializada en comercio exterior Jidoka, la medida impactará directamente en el comercio bilateral, al considerar que aproximadamente el 50% de las empresas chinas que actualmente venden a Argentina no son exportadoras directas.
“Históricamente, la mitad de los envíos desde China se realizaban con licencias prestadas, una práctica que ahora queda completamente prohibida”, comenta Gabriel Salomón, director comercial de Jidoka.
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Comercio bilateral con China
La problemática para los importadores argentinos adquiere mayor relevancia en el contexto del dinámico crecimiento del comercio bilateral con China.
En julio de 2025, las exportaciones del país asiático a la Argentina alcanzaron los USD 1,42 mil millones, registrando un aumento del 66,9% interanual. Los principales productos afectados incluyen automóviles, teléfonos y motocicletas, sectores donde muchos fabricantes operaban sin licencias propias para ofrecer costos más competitivos.
Desde Jidoka alertan que el principal riesgo para los importadores argentinos es financiero. “Aquellas empresas que paguen anticipos a proveedores chinos sin verificar previamente que posean una licencia de exportación válida podrían enfrentar la pérdida total de su inversión, ya que la mercadería nunca podrá ser despachada desde origen”, explica Salomón.
Además, la nueva normativa implicará un incremento en el control fiscal y aduanero en todas las operaciones, derivando en posibles ajustes de costos y tiempos logísticos. “Estamos ante un cambio estructural que no puede ser ignorado”, advierten desde la empresa en ese sentido.
“Muchos importadores argentinos han construido relaciones comerciales con proveedores que, sin saberlo, no podrán cumplir con sus compromisos de exportación. El trámite para obtener una licencia de exportación en China es complejo y puede demorar meses, por lo que muchas empresas proveedoras no llegarán a regularizar su situación a tiempo”, agregó Salomón.
Recomendaciones de los especialistas
Los especialistas de Jidoka recomiendan a los importadores actuar de inmediato para revisar su cartera de proveedores y asegurarse de que sus socios comerciales en China cumplan con la nueva legislación. “La prevención hoy es la única garantía para evitar pérdidas mañana. Es fundamental que las empresas argentinas comprendan que este no es un cambio menor, sino una transformación profunda en las reglas de juego del comercio con China”, enfatizan desde la consultora.
Para aquellos importadores que descubran que sus proveedores habituales no cuentan con licencias de exportación, existe una alternativa viable: trabajar a través de oficinas de trading locales en China. Estas empresas, debidamente registradas como exportadores, pueden actuar como intermediarios, comprando los productos al fabricante original y luego exportándolos legalmente a Argentina.
“Esta opción permite mantener la relación comercial con el fabricante o empresa de confianza, pero agregando una capa de cumplimiento regulatorio”, explican desde Jidoka. “Si bien puede implicar un costo adicional, es una solución práctica que evita la pérdida total de la operación y mantiene la continuidad del negocio”, agregaron.
Las oficinas de trading locales pueden facilitar el proceso de exportación, asegurando que toda la documentación esté en orden y que los productos puedan despacharse sin inconvenientes.
“El mensaje es claro: la era de las operaciones informales con China ha llegado a su fin. Aquellas empresas que no se adapten a las nuevas exigencias regulatorias enfrentarán no solo demoras y sobrecostos, sino el riesgo real de perder completamente sus inversiones en mercadería que nunca llegará a destino”.
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