La Iglesia mostrará cerca de 3.000 cartas que recibió durante la dictadura
Así lo anunció la Conferencia Episcopal argentina en unión con el Vaticano, con la salvedad de que los documentos sólo podrán ser consultados por los familias de las víctimas con previa petición, sin dar acceso ni a la prensa ni a los historiadores.
Los textos darán cuenta mayoritariamente de las solicitudes de asistencia que hacían los familiares de desaparecidos a la Iglesia y las respuestas que la misma brindó en las gestiones realizadas ante el ministerio del Interior de ese entonces.
Según se detalló en un comunicado, los archivos estarán disponibles “próximamente”, tras concluir el proceso de digitalización y organización del material disponible.
El papel ecleciástico durante la dictadura cívico-militar, cuando varios curas castrenses y miembros de la jerarquía apoyaron claramente a los militares, es una de las mayores manchas de la historia de la Iglesia argentina y uno de los momentos más oscuros del catolicismo.
“No le tenemos miedo a los archivos” señaló al respecto el cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, cercano al Papa, que explicó que cada diócesis, incluida la castrense, tiene su propio archivo.
El principal interés de la Iglesia, agregó, está en la “reconciliación de todos los argentinos”. Cuando se le preguntó si para la Iglesia era más importante la reconciliación o la justicia con los criminales que organizaron el terrorismo de Estado, el que contestó fue el presidente de la Conferencia Episcopal, José María Arancedo: “La justicia debe estar abierta a la reconciliación. La verdad es el camino a la justicia y la reconciliación”, se permitió expresar.
Un rato después, otro periodista incomodó a los jefes eclesiásticos y se refirió a la “complicidad” de la Iglesia durante el proceso dictatorial. De inmediato, Arancedo rechazó el término: “No podemos hablar de complicidad. Es cierto que en algunos casos la Iglesia no hizo todo lo que pudo, y pedimos perdón por ello. Pero con estos documentos van a aparecer más luces que sombras. La Iglesia argentina no se fue, se quedó acá, y tuvo muchas heridas dentro de la propia Iglesia”, se defendió.